Durante estos extraños días se ha viralizado la noticia de que la ausencia de turistas en Venecia ha devuelto los peces y las aguas cristalinas a los canales. Si buscamos una equivalencia en Mallorca, posiblemente la encontraremos en el santuario de Lluc. Durante estos días de confinamiento, el centro espiritual de la isla ha recuperado la tranquilidad ancestral. Las cabras de la Tramuntana se han dado cuenta rápidamente y han empezado a colonizar los espacios que, a estas alturas del año en circunstancias normales, suelen estar ocupados por riadas de visitantes, tanto turistas como mallorquines.

Durante estos últimos días, las escasas personas que tienen el privilegio de visitar el santuario han empezado a acostumbrarse a ver manadas de cabras que se pasean por los espacios urbanos de Lluc con la misma tranquilidad con la que pastan en los lugares más inaccesibles de la Serra. Las cabras han notado que los humanos hemos dado un paso atrás y han visto una oportunidad única para recuperar lo que siempre había sido suyo.

La presencia de cabras en Lluc, una consecuencia directa del actual estado de alarma, es uno de los pocos cambios que los habitantes de Escorca han notado en estos días tan extraordinarios con respecto a los días normales. Acostumbrados a la soledad y a la paz de la montaña, los aproximadamente 200 vecinos de Escorca viven el confinamiento sin demasiados agobios.

"La verdad es que aquí somos unos privilegiados, porque la mayoría vivimos en casas que tienen terreno para salir sin estar encerrado todo el día". El alcalde de Escorca, Toni Solivellas, explica de esta forma cómo viven el confinamiento los residentes en este municipio tan peculiar, uno de los más grandes en extensión y el menos poblado con mucha diferencia. "Aquí todo el mundo tiene terreno para pasear, no hay peligro de contagio", añade el regidor.

Sin colas

Seguramente, también es uno de los pocos municipios de la isla en el que no se forman colas para adquirir productos básicos. La botiga ubicada en la explanada de Lluc abre en horario matinal, al igual que la pequeña farmacia, que está activa algunos días de la semana. Es suficiente para que los vecinos del municipio puedan comprar lo necesario.

La Policía Local de Escorca, al igual que sus colegas de otros municipios de la isla, suelen realizar rondas en diferentes momentos del día para vigilar que nadie se salte la cuarentena, aunque su trabajo en este sentido es más bien escaso. Difícilmente tienen que llamar la atención a alguien en todo el día. "Es cierto que a veces se ve a algún vecino que se desplaza hacia alguna finca para dar de comer a los animales, pero aquí todos nos conocemos", señala Solivellas.

Al principio de la cuarentena, hace ya dos semanas, es cuando la Policía Local tuvo más trabajo. Todavía había confusión sobre cuándo debía empezar la gente a confinarse, por lo que tuvieron que llamar la atención a bastantes personas que practicaban el senderismo por los alrededores del santuario y a turistas que seguían subiendo hasta Lluc porque ignoraban el decreto de confinamiento. Pero desde hace días no se ve a nadie perdido por la zona.

De hecho, cuando cae la tarde, no existe ninguna diferencia entre los días actuales y los de antes en el municipio de la Tramuntana. "Por la mañana sí que lo notamos porque es extraño que no haya nada de ambiente, no suben autocares ni turistas y lo único que vemos son cabras, pero por la tarde es como siempre, mucha tranquilidad", explica el alcalde.

Tampoco se ha producido ninguna urgencia médica hasta ahora. Los habitantes de Escorca son como una gran familia y están pendientes unos de otros. "Siempre estamos en contacto con la gente que vive sola allá arriba".

En el pequeño ayuntamiento del municipio apenas hay actividad. Está abierto, pero se ha suprimido la atención al público y los funcionarios combinan el teletrabajo con las conexiones telemáticas. La brigada sigue operativa, aunque a un ritmo menor.

Por otra parte, las zonas más turísticas de Escorca, principalmente sa Calobra y cala Tuent, parecen zonas fantasma por la nula actividad que se aprecia. También esperan el momento de levantar el telón de una de las temporadas más inciertas de nuestra historia.

En Escorca el tiempo transcurre a un ritmo diferente. Quién sabe cuándo regresarán las cabras al monte.