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La provocación del infractor

Hay hechos y comportamientos que, aparte de su naturaleza irregular, van revestidos de un cierto plus de arrogancia y desafío, de orgullo enfermizo y de falta de responsabilidad por parte de quien se cree que todo se le está permitido o que la eventual sanción, caso de ser pillado, es un mero apartado más del capítulo de costes y gastos. Ocurre así porque todavía nos falta mucho campo por recorrer en terreno de la buena conciencia colectiva y del respeto a los bienes naturales y al patrimonio de todos.

Las maniobras de desprendimiento y abandono de los restos del dragado del Club Náutico de Can Picafort bien puede inscribirse en el nada recomendable ejemplo del infractor que, además, se convierte en provocador intencionado.

El dragado en cuestión ya fue paralizado en su día por Ports de Balears porque no se ajustaba a la autorización concedida. Los residuos, no peligros pero si tóxicos dentro de la escala de material contaminante, han permanecido en el dique externo del club náutico y acabado en una finca del entorno del parque natural de s'Albufera. Hay documentos gráficos que atestiguan que el vertido se consumó el 5 de enero, una fecha especialmente significativa y sospechosa. Este es el envenenado regalo de Reyes que los transportistas anónimos de intención malévola han dejado a la naturaleza, precisamente en un enclave tan sensible como significativo.

Han debido ser componentes de la asociación de vecinos Port de Can Picafort quienes han tenido que ejercer de policías y denunciar los hechos al Seprona. El GOB también ha tomado cartas en el asunto. La investigación está en marcha. Confirmamos que la naturaleza sigue necesitando ayuda.

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