Desde que llegaron, móviles, nuevas tecnologías y redes sociales cambiaron para siempre nuestras vidas. Vivimos con ellos. Muchas veces también para ellos, con una manifestada dependencia que, en numerosas ocasiones, llega a ser objeto de una cierta preocupación. Precisamente la preocupación es el motivo que ha condicionado a la comunidad educativa del IES Binissalem a elaborar un trabajo y exposición sobre el uso que hacen los jóvenes de las pantallas digitales. "El aumento acentuado del uso, a veces irracional, de los dispositivos móviles y electrónicos es una realidad que no podemos obviar y que si no regulamos podría ser perjudicial para el crecimiento personal de los alumnos", sostienen.

El trabajo cooperativo por proyectos es uno de los ejes conductores del instituto, y de la respuesta de alumnos y padres del proyecto del primer trimestre surgió la idea de investigar sobre el uso que hacen los jóvenes de internet. El objetivo era identificar algunos patrones de uso y comportamiento y establecer un decálogo de buenas prácticas que permita a padres, alumnos y profesores gestionar el acceso de los jóvenes a internet. El estudio realizado comprende el ámbito de Balears y los niños y niñas de 10 a 17 años de centros públicos de educación.

Inicio del proyecto

Como inicio del proyecto Pantallas Adictivas se invitó a los alumnos de 2º de ESO del IES Binissalem a jugar a videojuegos durante dos sesiones de clase. En la primera sesión, unos 14 alumnos dispusieron de una hora para organizarse y jugar. Mientras tanto, la otra mitad de la clase tenía que rellenar unas pautas de observación referentes al comportamiento de los compañeros mientras jugaban, de cómo se organizaban y de cómo reaccionaban ante los juegos. En la segunda sesión, los grupos intercambiaban los papeles. Así, surgieron unas primeras conclusiones que se utilizaron para elaborar un primer cuestionario. Entre las observaciones destacan que "los chicos saben jugar más, muestran más interés por el juego y son más competitivos". "Las chicas muestran más indiferencia". "Los que saben jugar se ponen nerviosos cuando juega gente que no sabe jugar". "Los alumnos más disruptivos, cuando juegan, están más tranquilos de lo que lo están normalmente en clase".

Y la primera pregunta que surgió fue: ¿Los jóvenes de Balears hacen un uso saludable de los videojuegos y redes sociales? Así elaboraron dos cuestionarios, uno para alumnos de 5º y 6º de primaria y otro para los de ESO y Bachillerato que se enviaron a todos los centros públicos de educación primaria y secundaria de las islas. Tras depurar, tratar y cruzar los datos mediante el programa estadístico SPSS, facilitado por profesores del Departamento de Pedagogía y Didácticas Específicas de la UIB y, tras descartar algunos registros erróneos, lograron 1.076 registros en primaria y 2.329 en secundaria.

El estudio

La conclusión más significativa del estudio es que los jóvenes de entre 11 y 17 años de Balears se aburren y, cuando se aburren, se conectan a internet. Hay dos datos que muestran este escenario de adolescentes aburridos y permanentemente conectados a la red sin ningún objetivo concreto: el 76,5% de los adolescentes de las islas afirma que se conecta a internet cuando está aburrido y un 79,2% se considera adicto.

Entre semana, la mayoría de las personas encuestadas (el 51,2%) se conecta entre 2 y 5 horas diarias, y un 24,6% se conecta menos de dos horas. Un 16,8% pasa de 5 a 8 horas conectado y un 7,4% se pasa más de 8 horas diarias. Durante el fin de semana o las vacaciones tienen más tiempo para aburrirse y, como consecuencia, aumenta el tiempo de conexión. El 17% de los adolescentes se conecta menos de 3 horas. El 36,4% entre 3 y 5 horas, y un 26,1% entre 5 y 8 horas. Hay un 20,6% de adolescentes que se pasa más de 8 horas diarias frente a una pantalla.

Las niñas pasan más tiempo conectadas que los niños. Entre semana hay un 50,3% de niños y un 52,1% de niñas que se conectan de 2 a 5 horas. También hay más niñas (17,2%) que niños (16,5%) que se conectan de 5 a 8 horas diarias. Los fines de semana se reproduce el mismo patrón: entre 3 y 5 horas, 35,6% de niños y 37,1% de niñas. Entre 5 y 8 horas, 24% de niños y 27,9% de niñas.

En cambio, entre los adolescentes encuestados que se pasan más de 8 horas diarias conectados hay más niños que niñas: 7,7% de niños y 7% de niñas entre semana; 24% de niños y 17,3% de niñas en fin de semana o durante las vacaciones. De todas formas, el hecho que las niñas pasen más tiempo ante las pantallas no significa que sean más adictas ya que el grado de adicción lo define el motivo de conexión.

Papel de los padres

Aunque el estudio revela que la mayoría de padres no controla qué hacen sus hijos en internet, el 57,3% de los jóvenes encuestados afirma que los padres les han explicado los peligros y un 10,8% que ha aprendido con los padres. De todas formas, un 22,2% de los jóvenes indica que sus progenitores no les han explicado nada.

¿Adictos?

¿Son adictos a internet? Este estudio no afirma, ni tampoco desmiente, que los adolescentes de entre 11 y 17 años de Balears sean adictos a internet. Antes sería necesario que los expertos se pusieran de acuerdo sobre qué es una adicción tecnológica. Actualmente hay opiniones discordantes e, incluso, hay quien niega que se pueda hablar de una adicción tecnológica en los mismos términos que otras adicciones.

Antes de que los expertos se pongan de acuerdo, sí podemos hablar de la percepción que tienen los adolescentes. Hay un 74,2% que se considera dependiente, pegado o adicto a internet y un 63,1% afirma tenerlo controlado. La contradicción entre considerarse adicto y tener controlada la adicción es más que evidente.

Hay una diferencia significativa entre la percepción del grado de adicción o dependencia según la franja de edad. Entre los 12 y los 14 años hay un 70,8% de las personas encuestadas que se considera adicto a internet. Esta percepción sube hasta el 80,8% cuando tienen entre 15 y 17 años.

Lo que sí muestra este estudio es que los jóvenes de entre 11 y 17 años de Balears hacen un uso, como mínimo, problemático o conflictivo de internet. El estudio también muestra que los padres y madres de estos adolescentes se han desresponsabilizado. Quizá convendría que los padres, conjuntamente con los centros escolares, asumieran esta responsabilidad.

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