La época en la que todos los servicios y gestiones municipales se manufacturaban directamente en la casa consistorial ha pasado a la historia. Poco a poco los ayuntamientos han adquirido el hábito de externalizar la ejecución práctica de sus funciones. En principio, se hace para reducir costes y ganar agilidad, pero no siempre queda claro que sea así porque cada uno acaba adaptándolo a su conveniencia o preferencia. Por eso las externalizaciones municipales se transforman en un instrumento de doble filo y en un ámbito de actuación que se presta a la ambigüedad y al que muchas veces se acude con una urgencia no siempre justificada.
En Andratx han llegado a transferir a una gestoría ajena la elaboración de las nóminas dependientes del Ayuntamiento. La regidora responsable del área dice que era la única forma para poder garantizar que los empleados cobraran a tiempo y superar los retrasos y las protestas de meses anteriores. El departamento de recursos humanos del consistorio andritxol solo dispone de un funcionario con recursos para preparar los salarios.
Sin embargo, al aplicar esta solución, la interventora municipal advierte por su parte que la externalización se ha realizado sin el correspondiente concurso de concesión y sin ejecución presupuestaria. Son más elementos de una premura y de unas prácticas que se alejan de la transparencia y la igualdad.
Salta a la vista que en este caso ha habido una clara falta de previsión y que se ha reaccionado de forma precipitada para parchear una doble necesidad, la de ingresar el salario a los empleados municipales y la de evitar el bochorno de protestas públicas por una cosa tan elemental. Pero la interventora ha denunciado el método.
