Este año la Obreria de Sant Antoni de Sant Antonisa Pobla distinguió, a título póstumo, con la Tau d'Or a mossèn Sebastià Salom Mas, fallecido en Porreres el pasado 14 de diciembre a la edad de 75 años, tras tres años de luchar contra una leucemia.

Nacido en Campos en 1944, Salom fue ordenado sacerdote el 23 de marzo de 1967 por la Universidad Pontificia de Comillas, donde cursó estudios de Teología. Ejerció su ministerio sacerdotal en las parroquias del Port d'Andratx, sa Pobla, Inca, Port d'AndratxIncaSantanyí. Durante sus 52 años de sacerdocio, dedicó 14 como misionero en la diócesis de Ginega, en Burundi, la que consideró su mejor universidad.

En el plano intelectual, Salom llevó a cabo múltiples publicaciones en diferentes medios de comunicación y escribió varios libros sobre sus experiencias. En su penúltimo libro, editado en junio de 2017, narra algunas de sus vivencias que más le marcaron en las diversas parroquias donde había ejercido su sacerdocio. En el capítulo dedicado a su estancia en sa Pobla, Salom deja constancia clara y evidente de que aquel destino no fue para él un camino de rosas, sino más bien todo lo contrario.

Destinado a sa Pobla

Después de cinco años de su primera estancia en Burundi, el obispo de la Diócesis de Mallorca Teodor Úbeda le destinó como vicario a sa Pobla, donde ejercía de rector mossèn Jaume Vallés, junto a los vicarios mayores Toni Company y Jaume Bisáñez y tres capellanes ya jubilados.

Salom cuenta que el obispo le comentó que "una de las cosas que tendríamos que cambiar, cuando el rector se hubiera jubilado, eran las Completes de Sant Antoni, porque algunas autoridades civiles de Mallorca, como por ejemplo el capitán general y el gobernador civil, le habían comentado que se divertían mucho oyendo cómo cantaban los curas."

Una vez hubo tomado posesión del cargo de rector, obedeciendo las recomendaciones que le había hecho el obispo, Salom se dirigió a mossèn Pere Llabrés, delegado de Liturgia de la diócesis, pidiéndole que elaborase una celebración de la Palabra en mallorquín, en sustitución de las Completes en latín, "manteniendo unas características bien concretas, como leer un resumen de la vida de Sant Antoni, dar importancia a la fiesta del fuego y la luz, conservar el canto de un salmo con el tono octavo gregoriano y terminar con el canto de la Salve Regina en latín."

Según Salom, aquel cambio mereció la aceptación generalizada del pueblo, considerando que de aquella manera la celebración era más cercana a los feligreses, y por consiguiente más inteligible su significado. Pero no mereció la aprobación de un grupo de feligreses más conservadores, encabezado por mossèn Tugores, que en comisión se reunieron con el párroco Salom para pedirles que para el próximo Sant Antoni volvieran a cantarse las Completes en latín como siempre se había hecho.

La conversación fue larga, exponiendo cada uno sus propios argumentos. Y al final, Salom les hizo esta propuesta: "Vosotros sois trece y yo soy uno solo. Os propongo que mañana vayamos todos los domicilios del pueblo a recoger firmas entre los vecinos, a favor de las Completes en latín o en mallorquín y la opinión que recoja más firmas a favor ganará". No aceptaron el desafío, dice Salom, y abandonaron la reunión coa baixa (con el rabo entre las piernas). Y añade: "yo estaba seguro de que, en última instancia, tenía el obispo a mi favor."

Anónimos amenazantes

La estancia en sa Pobla de Sebastià Salom coincidió con el inicio del malestar existente marcado por la conflictividad entre la Cooperativa Agrícola Poblense (CAP) presidida por el también alcalde Rafel Serra Company y otras fuerzas vivas del pueblo, encabezadas por el cura Melcior Tugores.

Serra Company no permitía que la Unió de Pagesoscelebrara sus reuniones de socios en los locales de la Cooperativa ni en dependencias municipales. Las reuniones del sindicato payés se celebraban en locales cedidos por la parroquia. Había muerto Franco y empezaban a movilizarse los partidos políticos de cara a las primeras elecciones democráticas, y también los grupos más afines a la izquierda topaban con muchas dificultades para acceder a espacios donde celebrar sus reuniones, excepto en locales parroquiales, relata Salom en su libro.

Ante tal situación, empezó a recibir cartas anónimas insultándole. "Solían ser cartas que me llegaban por correo postal con matasellos de s'Estanyol. Eran recortes de periódico en los que se subrayaban unas palabras y entre las subrayadas transmitían el mensaje amenazante. También había otros añadidos escritos a máquina."

El párroco, lejos de acobardarse, montó su propio mecanismo de investigación para descubrir quiénes eran los autores que se escondían bajo el cobarde anonimato para intentar que abandonara su postura aperturista. "Yo sospechaba quién podría ser el autor de aquellos anónimos y encontré un escrito mecanografiado por el sospechoso, pues quería comprobar las letras de la máquina de escribir con los anónimos. La policía dijo que había muchas posibilidades de que los anónimos fueran escritos con la misma máquina, pero que aquello no era una prueba pericial suficiente. También conseguí sacar de la casa del sospechoso un periódico de una fecha determinada, para intentar encontrar el recorte utilizado para confeccionar las frases del anónimo. Le faltaba la hoja entera de la que se había sacado el recorte. Era una prueba más, pero no suficiente ante un tribunal."

No cejaba el párroco en sus pesquisas para averiguar quién era el autor de aquellos insultos y amenazas que también le llegaban por teléfono, "diciéndome que me sacarían del pueblo a pedradas."

A Salom le pareció reconocer aquella voz, como la de un pobler que residía en Palma. "Mientras él hablaba, me afané a buscar en la guía telefónica su primer apellido y domicilio por si encontraba su número de teléfono. Así, tan pronto hubo terminado su conversación amenazante, le llamé y me contestó, todavía exaltado. Le dije que era el rector de sa Pobla y que me acababan de decir que usted quería hablar conmigo. Y él, con la misma voz de antes, más exaltado todavía, me respondió: ¡Yo no tengo nada que decirle a usted! Y colgó. A partir de aquel día no recibí más anónimos."

Embadurnado escatológico

Otra de las agresiones humillantes que padeció mossèn Salom fue el primero de enero de 1976, fiesta de Cap d'Any. Sería la primera vez que la comitiva de autoridades pasaría por delante de la remozada fachada de la rectoría para asistir a la misa solemne que se celebraba a las 11 de la mañana del día de Año Nuevo.

Así narra Salom lo ocurrido: "Poco tiempo después de la misa, recibí una llamada de Francisco Picó, diciéndome que el cura Melcior Pareira comentaba por la Plaza que alguien había embadurnado de mierda la fachada de la rectoría e invitaba a la gente a verlo."

El propio Salom, ayudado por los curas Bisáñez y Bestard, se afanaron en limpiar los excrementos humanos depositados de parte a parte de la fachada a la altura de un metro y medio. "No teníamos previsto ofrecer ningún refrigerio al acabar el Oficio, pero cambié de idea y preparé unas galletas y unas botellas de mistela en la sala de reuniones para celebrar la inauguración de las obras de mejora realizadas."

Salom cuenta que, mientras los capellanes que tenían que concelebrar la misa se vestían con sus hábitos litúrgicos, él subió al piso superior de la rectoría, para observar a través de las persianas, si alguien de la comitiva de autoridades giraba su mirada hacia la fachada, de forma sospechosa. "Y solo observé a un regidor, gran amigo del alcalde Rafel Serra y del cura Melcior Tugores, que con su manera de mirar, entendí que estaba enterado. Por suerte no quedaba ningún rastro de ella y nadie más pareció estar enterado. El refrigerio, tras la misa, discurrió con absoluta normalidad y yo saludé al regidor en cuestión, que me pareció estaba algo incómodo, nervioso e inquieto."

Salom explica que cuando cuatro años y medio después de aquello, "anuncié que dejaba la parroquia de sa Pobla para irme de nuevo a Burundi, vino a despedirse de mi el regidor, diciéndome que siempre había estado a mi lado. Yo le respondí: excepto una vez en que hubieras podido venir a ayudarnos a quitar la mierda de la fachada de la rectoría, porque yo sé que tú lo sabías. Quedó de piedra."

Apedreado por una mujer

Sebastià Salom cuenta otra anécdota en la que fue víctima de una intencionada agresión física, que afortunadamente no revistió graves consecuencias. Así lo relata el propio Salom. Una pareja de enamorados sordomudos le explicó sus intenciones de casarse, pero los padres de la novia, que era poblera, se negaron rotundamente.

No obstante, Salom les invitó a casarse a escondidas porque eran mayores de edad, y así lo hicieron. Cuando la madre se enteró de que su hija se había casado, "vino a la rectoría, toda alterada, profiriendo gritos y amenazas, hasta el punto de lanzarme una maceta que tenía sobre una columna de la entrada". Unos días después, se encontró a la mujer por la calle y comenzó a coger piedras que le lanzaba a la cabeza. "Yo me protegía con las manos como podía y me fui corriendo. No tenía intención de denunciarla, pero lo conté a un policía local amigo mío y le enseñé una pequeña herida producida por una de las piedras en mi mano".

Unos días después, Salom fue requerido al cuartel de la Guardia Civil para comunicarle que "una mujer había presentado una denuncia contra mí diciendo que yo le había arrojado una maceta sobre su pierna y mostró una herida que dijo que yo le había producido. Expliqué a la Guardia Civil mi versión y le dije el nombre del policía municipal a quien le había contado los hechos." Y así acabó aquel episodio.

En cuanto al formato de las Completes elaborado por mossèn Pere Llabrés e introducido por Sebastià Salom hace ya 45 años, todavía sigue vigente.