Juan José Company (Palma. 1953) se quedó asombrado la tarde del jueves al ver por primera vez la hélice fija de su ultraligero Ciclón EC-XPH, de color rojo, en pleno vuelo. Cuando sobrevolaba Cala Romántica, no vaciló y, con una apabullante serenidad, hizo un aterrizaje de emergencia sobre una zona de garriga. Una tirita, que le cubre un pequeño arañazo en la mano derecha, era ayer el único indicador de que horas antes había sufrido una emergencia aérea en Mallorca.

El chasis de este ultraligero Ciclón, que había comprado hace cinco años por 6.000 euros lo había montado él mismo. Para instalar el motor Rotax y el instrumental ya precisó de la mano de un profesional

Sobre las cinco de la tarde, su pequeña aeronave monoplaza, sufrió una parada de motor. Un percance al que no se había enfrentado nunca en sus veinte años de experiencia de navegación aérea. No obstante, llevaba toda la vida preparándose para ello.

"Lo vi con incredulidad. No me había pasado nunca. Aparte de que el sonido se paró de golpe, la imagen fija de la hélice inmóvil durante el vuelo no la había tenido antes", subrayó.

Ante tal contingencia, Juan José mantuvo una completa frialdad y tomó de inmediato una decisión: aterrizar sobre una zona de garriga y monte bajo que había visualizado momentos antes. "La garriga eran como la superficie de contacto de una pista de aterrizaje", comparó.

Las condiciones eran óptimas. "Iba volando a unos 800 pies (unos 200 metros de altura), la temperatura estaba en verde y el motor iba relajado, entre 5.000 y 5.500 revoluciones por minuto. Sin ninguna anomalía", recordó. De repente, la parada de motor truncó de golpe el plan de vuelo.

"Escuché un 'clac'. Me quedé mirando a la hélice de madera barnizada. Te acostumbras a oír el ruido, pero nunca la ves", señaló. A partir de este momento su principal preocupación era reducir la inercia que arrastraba la aeronave para hacer que el aterrizaje fuera lo más suave posible.

Desde un principio contó con que la vegetación cumpliría la misión de amortiguar la maniobra después de poner la aeronave a planear.

Cómo hacer planear la aeronave

"Como conoces como funciona tu avión, lo pones inmediatamente a planear. Le bajas un poco el morro y conservas la velocidad mínima, que son unos 60 kilómetros por hora", explicó. De haber tirado hacia arriba el ultraligero, la aeronave habría caído a plomo. Y si hubiera picado demasiado el morro, la velocidad aumentaría peligrosamente.

"Planear al entrar en pérdida es algo que entrenas a menudo. La diferencia en este caso es que era con parada de motor", puntualizó. El impacto contra la garriga provocó la rotura del tren de aterrizaje, pero la cabina se mantuvo completamente a salvo. "Tuve que romperla para poder salir", precisó.

Una arraigada costumbre de Juan José Company jugó a su favor: sobrevolar siempre zonas susceptibles de hacer un aterrizaje de emergencia. En este caso, esta zona era la finca con garriga en las proximidades de Cala Romántica. "Hay gente que le gusta volar cerca de campanarios. Yo, por instinto, vuelo sobre campos o zonas donde podría aterrizar sin problemas", abundó.

La Policía Nacional y las ambulancias llegaron al lugar donde se encontraba el ultraligero y su único ocupante. Juan José Company solo presentaba un rasguño en una mano.

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