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La caza y la fragilidad animal

Los animales salvajes siempre están en peligro en un medio cada día menos natural que se está volviendo en su contra. Ellos mismos llegan a constituir un riesgo para su propia especie cuando se desajusta su población y su hábitat. Dentro de estas coordenadas, cada año se producen cambios significativos en el mundo de la caza, su regulación y control y el ecologismo. Es una convivencia nada fácil pero necesaria.

Fora vila es ya más noticia por las plagas, tanto vegetales como animales, que la castigan que por el desarrollo normalizado y tranquilo de su producción. Siempre hay un virus o un depredador nuevo. La mixomatosis ha causado estragos durante años en los conejos. Ahora se detectan los primeros casos entre las liebres. Los cazadores empiezan a preocuparse y el ministerio de Agricultura emprende estudios de control. Por lo demás, el tordo ni siquiera se aproxima a Mallorca. Se sospecha que el cambio climático le permite disponer de buena temperatura y alimento en Europa central. Las palomas, en sus distintas especies, colman con bastante satisfacción las apetencias de unos cazadores nunca satisfechos del todo.

Este sería el balance de una temporada que, para mantener su buena condición, también conserva las rencillas y los reproches entre aficionados a la "caza social" y ecologistas. Señal de que se conserva la inquietud y el interés por el medio natural. Pero con todo, del balance del cierre de temporada lo que sobresale con mayor realce es la fragilidad y el difícil equilibrio cinegético. Cada año aparecen nuevos peligros y plagas para el campo. Son las principales piezas a cazar y liquidar porque en ello va la continuidad de muchas cosas, incluida la caza social.

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