El epílogo de las fiestas de Sant Antoni, retrasado a este fin de semana por las lluvias, vino marcado ayer por la tarde por una de las tradiciones más peculiares de Mallorca: la bajada del cuervo desde lo alto del campanario de la iglesia de Mancor de la Vall hasta la plaza del Ayuntamiento. No fue la única celebración de la jornada. Diferentes pueblos de la isla celebraron ayer las beneïdes que fueron suspendidas el pasado domingo por el mal tiempo. Un año más, brillaron por su irreverencia las de Son Macià.

En Mancor, los asistentes disfrutaron con esta tradición que se estrenó en 1945 con un animal disecado, y que después cogió un renovado impulso a partir de los años 80.

La tradición del corb recrea una vieja fábula que cuenta como Sant Antoni y Sant Pau estuvieron a punto de morir en el desierto por inanición, hasta que fueron ayudados por un cuervo que les proporcionó comida.

Se da la circunstancia de que el ayuntamiento de Mancor de la Vall tiene previsto, en el próximo pleno de la corporación, iniciar la tramitación para conseguir la declaración de la tradición de la 'baixada del corb' como Bien de Interés Cultural (BIC).

La localidad celebró también a continuación sus beneïdes, como lo hicieron otras localidades de la isla, como Porreres, donde el vicario de la parroquia, Fra Pere Gelabert, bendijo a los animales y Aires de Monti-sion ofreció una exhibición de ball de bot. Campos, Andratx, Pòrtol y Sóller fueron otros de los núcleos en que se realizaron las típicas bendiciones características de estas fechas.

Un año más, la 'pimienta' la pusieron los participantes en las beneïdes de Son Macià, a las que distingue siempre un aire de irreverencia y sátira y que, en esta ocasión, tuvieron un toque crítico aludiendo a temas como la especulación urbanística.