Pura devoción. Sant Antoni en Artà es un verdadero "sentimiento". Camisas blancas, pañuelos rojos y muchas, muchas ganas de vivir la fiesta y seguir a los dimonis a ritmo del tataxin y con unos músicos incombustibles que brindan una sentida banda sonora. Puntuales a la cita. Los artanencs y artanenques son de lo más madrugadores. La jornada empezó con la tradicional merienda en la Casa des Trull, este año en ca l'Obrer Miquel Cursach que pasa el testigo a su hijo Miquel, emocionado en su primer Sant Antoni que vivió, sobre todo a primera hora, con muchos nervios que se fueron suavizando al notar el calor y apoyo de la gente. A las nueve en punto explotó la emoción con la apoteósica salida de los dimonis, Biel Ferriol (que estrenaba vestido nuevo pintado por Catalina Galmés) y Xisco Sansó, Mosca Júnior. Y desde el minuto uno, la revolución santantoniera y el entusiasmo colectivo se apoderaron de las calles de Artà, con un gran despliegue de seguridad.

Y tras el primer ball, dimonis, obrers y devotos empezaron el tradicional acapte. En el CEIP Na Caragol, a primera hora, los más pequeños esperaban entusiasmados y con los nervios a flor de piel la visita de los dimonis. La espera la amenizaron emulando ser en Mosca y en Ferriol. Tampoco faltó la visita a la Residència.

La presencia de autoridades políticas (la presidenta del Govern, Francina Armengol, no quiso perderse la fiesta) y rostros conocidos del panorama sociocultural, se mezcló con los entusiastas devotos de Sant Antoni.

El Sant Antoni artanenc estuvo regado con gloses, herbes, mesclat, pomada y, por la tarde, las emotivas y abarrotadas Completes y los foguerons...

El colectivo Ses Madones de sa Festa volvió a poner su toque reivindicativo con chapas reclamando el papel de la mujer en los festejos y unas gloses repartidas por distintos puntos de la población.

Artà dejó claro una vez más que conserva parte de su auténtica esencia.