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Telarañas de movilidad colectiva

La contestación a la ampliación del transporte público por carretera que acaba de presentar el Govern era inevitable. De entrada, es imposible contentar a todos. Ocurre así por dos motivos fundamentales que admiten una doble comparación sobre una misma telaraña: la cuestión lleva tantos años de retraso que le ha sobrado tiempo para acumular telarañas y, por otro lado, la misma red de conexiones en sí constituye una compleja y delicada telaraña que hay que saber manejar con destreza y tacto. Se trata, por tanto, de desprenderse de las telarañas inservibles y mejorar las de conexión necesaria actual para la movilidad colectiva de la isla.

Santanyí, en cuya casa consistorial todo lo que no lleva patente del PP suele contemplarse con desagrado, era un buen punto de partida para iniciar el recorrido de quejas y más, aprovechando la visita del conseller Pons. La alcaldesa tiene todo el derecho y hasta la obligación de reivindicar mayor y mejor conectividad para los trece núcleos urbanos de su complejo municipio. Proveerla es tan dificultoso como necesario. Ahí está el reto que deben afrontar técnicos y políticos.

El conseller proclama que hay que reducir los tiempos de recorrido y de adecuar las líneas porque los trayectos largos acaban penalizando a los usuarios. Pons también se presta a rectificar sobre la marcha. De momento, el punto de destino irrenunciable sigue siendo el de adaptar el transporte público de la isla a la movilidad de sus habitantes.

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