Una de las okupaciones que ha provocado más repercusión mediática en Mallorca en los últimos años ha llegado a su fin. Ayer por la mañana, a primera hora, fue desalojada una familia que permanecía en la casa de invitados de la finca de Artà que fue propiedad del famoso extenista alemán Boris Becker. Envuelto en numerosos problemas económicos que le llevaron a la bancarrota, Becker, tricampeón de Wimbledon, aseguró recientemente que no ostentaba ningún tipo de titularidad sobre la casa.

La casa fue okupada en el año 2018 por un peculiar ciudadano alemán llamado Georg Berres que decía estar al frente de un 'Comando Intergaláctico de Ayuda y Rescate', con el objetivo de entrar en viviendas abandonadas y darles una nueva vida. El impacto mediático fue enorme y un sinfín de televisiones, periódicos y digitales internacionales se hicieron eco de este personaje, que publicó varios vídeos en Youtube narrando cómo era su día a día en la mansión del extenista.

En la actualidad, vivían en la casa de invitados de esta finca de Artà. Inicialmente, habían sido ocho las personas que habían llegado a habitar la casa. Ayer por la mañana, una comitiva judicial acompañada de una patrulla de la Guardia Civil y otra de la Policía Local de Artà notificó el desalojo a la familia.

Al parecer, el origen de la orden de echar a los okupas partió de una sociedad que ostenta actualmente la titularidad de la mansión que adquirió Becker en 1995 por medio millón de euros. Desde entonces, fue escenario de varias polémicas, ya que, primero, se detectó la construcción ilegal de varias dependencias y, después, saltó otra vez a la escena mediática al ser embargada por las deudas que mantenía el extenista con una empresa de mantenimiento.

Una familia con su hijoLos actuales moradores de la propiedad eran Daniel, un ciudadano español de 25 años, su pareja, Nadine (alemana de 27 años), y su hijo pequeño, de un año y medio. También vivían con ellos otras dos personas, que procedieron a abandonar la casa el pasado lunes. En declaraciones a este diario, Daniel explicó que en un primer juicio se les condenó a pagar 480 euros de multa por la okupación y se les dio un plazo de 10 días para el desalojo. Habían ido a vivir allí cuando se les acabó el alquiler que tenían en Palma. Ante la falta de alternativas, un amigo les comentó la posibilidad de habitar la mansión del extenista. La sentencia fue recurrida, pero el pasado 20 de diciembre se les notificó que, como medida cautelar, tenían que irse de la finca.

El plazo expiró ayer y así se les notificó. Abandonaron la propiedad, llevándose sus pertenencias con la ayuda de unos amigos. Daniel señaló que los servicios sociales de Artà les habían ofrecido un alojamiento provisional y recordó lo difícil que es encontrar alquileres en Mallorca a un precio razonable. Él recibe una pequeña ayuda familiar y su pareja no trabaja.

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