La mayor catástrofe natural de la historia reciente de Mallorca no tuvo un único desencadenante. Hubo varios. Los efectos de la riada del Llevant el 9 de octubre de 2018 se explican por factores meteorológicos, ya que llovió tanto que el torrente de Ses Planes de Sant Llorenç llevó casi el mismo caudal que el Ebro. Además, ningún sistema de predicción atmosférica avisó de que caerían en algunos puntos hasta 400 litros por metro cuadrado. Y todo ello sin olvidar el factor humano, tras décadas de crecimiento urbanístico en zonas inundables.

Como resultado, un cóctel fatídico con una probabilidad de que pasase una vez cada 500 años y que dejó 13 fallecidos, además de daños materiales millonarios.

Éstas son algunas de las conclusiones a las que ha llegado un equipo de investigadores de la UIB, que ha reconstruido las condiciones que dieron lugar a las inundaciones que causaron la peor catástrofe natural de la historia reciente de Mallorca.

El estudio, que fue presentado ayer a los medios de comunicación en el campus universitario, ha sido elaborado por un equipo de investigadores de los departamentos de Geografía y Física de la Universidad balear. Los autores han sido Jorge Lorenzo, Arnau Amengual, Celso García, Enrique Morán, Víctor Homar, Aina Maimó, Alejandro Hermoso, Climent Ramis y Romualdo Romero.

En la presentación del estudio publicado recientemente en la revista científica internacional Natural Hazards and Earth System Sciences, Celso García consideró que, un año después de la catástrofe, hay aspectos que no han mejorado, como el fomento de la concienciación ciudadana para afrontar este tipo de riesgos.

"Desgraciadamente, no hemos avanzado en mejorar el Inunbal [plan autonómico para hacer frente al riesgo de inundaciones] para hacerlo práctico y para que se pueda implantar en los diferentes municipios", declaró García, quien consideró necesario reforzar la concienciación ciudadana. En este sentido, recordó como el día de la torrentada hubo gente que estacionó sus coches y fue a hacer fotos y vídeos de la riada desde los puentes.

Orografía de la zona

Las fuertes precipitaciones, según detallaron los investigadores, fueron una de las claves de la jornada del 9 de octubre de 2018. Llovió mucho (cerca de 400 litros por metro cuadrado en seis horas), y lo hizo de forma muy concentrada en un punto concreto: la cabecera de los torrentes de Ses Planes, Canyamel y sa Canova.

Las características del terreno en esta zona ayudaron a que la tormenta fuese más virulenta. ¿Por qué? Se trata de un lugar donde hay pequeños relieves, elevaciones cerca de la costa. De alguna forma, constituyen "una barrera orográfica que ese día retuvo la tormenta y provocó que todo se concentrara ahí", explicaron los investigadores. A eso hay que sumar el hecho de que la pendiente del terreno ayudase en cierta forma a que el agua llegase al torrente que atraviesa Sant Llorenç.

Así, se produjo una "crecida repentina" del torrente de Ses Planes, que llegó a transportar 300 metros cúbicos de agua por segundo, como los que puede llevar en algunos puntos el Ebro, que es uno de los ríos más caudalosos de España. La velocidad a la que circulaba la corriente llegó a ser de siete metros por segundo.

García, profesor de Geografía Física, explicó que los testigos que presenciaron la riada dejaron constancia de cómo una gran ola iba arrasando todo lo que se encontraba a su paso. Esa ola llegó a tener una altura de unos tres metros, que encontró un soporte ideal en el hormigón del torrente para desplazarse a toda velocidad.

Cuando sucedió la catástrofe, hubo polémica por la tardanza de la Agencia Española de Meteorología (Aemet) en declarar la alerta roja, que sólo fue decretada cuando el desastre se había consumado, ya por la noche. Concretamente, a las 22.01 horas. Ayer, en la rueda de prensa, este equipo de investigadores remarcó que cayó tanta lluvia y en tan poco tiempo que fue un caso de difícil predicción.

Sistemas predictivos

De hecho, no lo vio venir ninguno de los modelos de predicción que utilizan las agencias meteorológicas. En todo caso, como la concentración de esa lluvia fue tan fulgurante hubiese sido difícil avisar con mucha antelación a la población, explicaron los investigadores. Ante las limitaciones de los modelos predictivos, defendieron la necesidad de disponer de protocolos de activación de sistemas de alerta ante posibles errores de predicción en una franja de 30 a 50 kilómetros.

Romualdo Romero, físico del grupo de investigación Meteo de la UIB, dijo que Balears se podría plantear un sistema de alertas que se envían por móvil a los ciudadanos, como hacen otros países que sufren fenómenos climáticos extremos como tsunamis.

Avisos a la población

En este punto, sin embargo, Celso García recordó que, en el caso de Sant Llorenç, muchos de los afectados fueron personas mayores, que suelen ser más ajenos a las nuevas tecnologías. "No todo el mundo tiene móvil", apuntó García, quien se mostró partidario de que haya también otros sistemas de alerta en los que estén involucradas las administraciones municipales. En el debate terció también Enrique Morán, del grupo de investigación Glowater, quien dijo que sí, que todo lo que sea mejorar los sistemas predictivos está bien, pero que hace falta algo más.

Ordenación urbanística

"Ninguno de estos esfuerzos en mejorar la predicción servirán de nada si nuestras instituciones no hacen los deberes en materia de ordenación del territorio", argumentó Morán, en referencia al hecho de que parte de la zona urbana de Sant Llorenç se ubica sobre la zona inundable del torrente. De hecho, el día D, el agua alcanzó tres metros de altura en muchas casas del casco urbano.

No es el único caso en la isla. Actualmente, el Govern tiene identificadas en Mallorca 10 Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI), que son torrentes que pasan por núcleos urbanos.

En el estudio realizado por estos grupos de investigación, se recuerda además la canalización artificial existente en la entrada de Sant Llorenç, que provocó que la velocidad del caudal del agua se multiplicase por dos.

Otra posible clave a la que aludieron los investigadores fue el cambio climático. En este sentido, Romualdo Romero señaló a los medios que el calentamiento global puede ser un factor a tener en cuenta a la hora de analizar la periodicidad cada vez más corta de este tipo de fenómenos climáticos extremos.

Para reconstruir las condiciones que causaron el desbordamiento del torrente de Ses Planes, el equipo de investigadores se ha basado en varios modelos. Uno de ellos, las estimaciones de las precipitaciones durante el 9 de octubre de 2018, procedentes del radar meteorológico de la Aemet. Entre los modelos se incluyen también una simulación hidráulica posterior de la catástrofe y los mapas de las áreas afectadas, así como un hidrograma de la cuenca del Torrent de Ses Planes.

Avisos Ningún sistema de predicción advirtió de la tormenta

Esta imagen, que se encuentra en el artículo publicado por los investigadores en la revista Natural Hazards and Earth System Sciences, la captó el Meteosat el 9 de octubre de 2018 a las cinco de la tarde. La Aemet no previó la magnitud de las precipitaciones y sólo decretó la alerta roja cuando el desastre se había consumado. Los investigadores de la UIB constatan que, de todas formas, hubiese sido muy difícil reaccionar a tiempo, porque la lluvia se acumuló muy rápido.