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Cuando los motores eran de artesanía

La extracción de agua para regar la 'marjal' creó una industria auxiliar en sa Pobla que llegó a fabricar sus propias máquinas

Los restauradores ante uno de los viejos motores de explosión en el que están trabajando. Joan payeras

nUna de las novedades que presentó este año la Fira del Arròs i sa Marjal de sa Pobla es una curiosa e interesante muestra de los primitivos motores de explosión que, durante décadas del pasado siglo XX, activaron las bombas extractoras de agua de las profundidades de los pozos artesianos de las marjals pobleres.

Son motores que transportan a la nostalgia a los más viejos; agricultores y mecánicos de una época que marcó la asombrosa mecanización del campo.

Motores de las marcas Vellino, Diter, Otto, Salvatella, Pegaso, Ruston, y los de fabricación local: Unión, Grau, Payeras o Gelabert, se hicieron populares entre mecánicos y propietarios de fincas agrícolas.

Motores que desde hace cuatro años son restaurados por los llamados Amics des Motors, que dedican sus horas libres a tan interesante y provechosa tarea de rescatar de los rincones del olvido, unas máquinas que tantos beneficios aportaron al sector agrícola de la isla entera.

Restauradores

Pep Isern y Jordi Soler cuentan que la idea de restaurar estos motores de explosión “surgió de una conversación informal hablando de aquellos motores entre algunos amigos”. Se pusieron en contacto con agricultores que los tenían abandonados en sus casetas de campo y se pusieron manos a la obra. Actualmente llevan restaurados unos cincuenta, en condiciones de funcionar.

Para que los motores queden en estado de poder volver a marchar depende de distintos factores, según su estado, explican. “Nos encontramos con algunos que tienen piezas inservibles que tenemos que sustituir con las de otros motores. Así, en bastantes casos de dos o tres motores extraemos piezas y restauramos uno en condiciones de funcionar. Otro problema frecuente son los magnetos, que hoy ya no se fabrican y tenemos que ingeniárnoslas para proporcionar corriente para la chispa pero, de una forma u otra, logramos ponerlos en marcha”, explican.

Según una crónica de la revista local Sa Marjal, el primer motor de explosión a gasolina de sa Pobla fue instalado el año 1914 en la finca de Son Tut, propiedad de Rafael Torres, de la conocida familia señorial de Can Torres. Se trataba de un motor de la marca Vellino, que alcanzó gran popularidad en su tiempo.

El segundo motor lo instaló al año siguiente el rico terrateniente Miquel Planes y aquel mismo año de 1915 se instalaron cuatro motores más en distintas fincas del municipio.

En 1916, apunta la crónica, “se ensayaron los motores a gas carburo, cuyo consumo resultaba más económico que la gasolina”. Aquel mismo año empezó la instalación de los primeros motores eléctricos con resultados favorables.

Gasógeno

El año 1917, Juan Planas instalaría en su finca de Can Bonafús un motor de explosión de gas pobre de 35 caballos de vapor de potencia, capaz de extraer 1.900 litros de agua por minuto, o sea, más de 160.000 metros cúbicos de agua por hora.

El citado artículo concluye con un estudio que daba como resultado que “entre las 2.000 norias, los 340 molinos y los 55 motores, de explosión y eléctricos se extraían cada día unos 460.000 metros cúbicos de agua que regaban las tierras de cultivo de sa Pobla.

Motores

El año 1947, varios mecánicos de sa Pobla tuvieron la iniciativa conjunta de fabricar unos motores de explosión en sus talleres a los que pusieron por marca Unión o Grif. Tuvieron buena acogida por parte de los agricultores por su rendimiento y bajo consumo. Fueron instalados en varias fincas de sa Pobla, Muro, Santa Margalida, Lloseta y Maria de la Salut. Los talleres que se unieron para fabricarlos eran los de Can Cinto, Can Catany, Can Xim y Can Tronxet. También hubo otros talleres que en la década de los años 50 fabricaron sus propios motores, como los de Can Pel de Mel, de los hermanos Pedro, Martín, Juan y Emilio Payeras, que también fabricaron gasógenos; Can Eixut de la familia Grau o Can Gelabert, de la saga del mismo nombre.

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