Los afectados por el gran vertido de aguas residuales de la depuradora de Sóller acudirán a la vía penal para exigir responsabilidades a los gestores de la planta. Los vecinos perjudicados interpondrán una demanda contra la Agencia Balear de la Calidad del Agua (Abaqua) y Facsa, la adjudicataria de la gestión y mantenimiento de la planta de tratamiento de aguas residuales de Son Puça. Durante el fin de semana del 23 y 24 de noviembre, la depuradora de Sóller no absorbió todo el caudal de agua que le llegó por colector general, lo que anegó más de 2.000 metros cuadrados de huerto de dos fincas que colindan con la planta de depuración. Los terrenos de cultivo quedaron cubiertos por una capa de lodo con restos fecales que ahora se someterán a análisis para evaluar el grado de contaminación.

La demanda penal contra la administración y la empresa que gestiona la depuradora se suma a las denuncias que los afectados han interpuesto ante la Guardia Civil y el Servicio de Protección de la Naturaleza del Instituto Armado (Seprona).

Uno de los perjudicados, Joan Puigserver, informó de que unos ingenieros agrónomos elaborarán unos informes para evaluar los daños que han sufrido sus tierras de cultivo. El estudio se agregará a los resultados de los análisis biológicos que ya han sido encargados de las aguas subterráneas de la zona de Son Puça. Puigserver explicó que el vertido de la semana pasada "fue la gota que colmó el vaso", ya que recordó que los vecinos de la depuradora han sufrido varias inundaciones de aguas sucias durante los últimos años, "pero ninguna como la ocurrida la última vez".

Este afectado expresó su indignación contra la administración por lo que calificó como mal estado en que se encuentra la depuradora de Sóller y, además de exigir responsabilidades que se dirimirán por la vía penal, exigirá una solución para acabar con el foco contaminante que supone para los huertos de la zona los derrames fecales que se vienen produciendo en la depuradora.

Aguas contaminadas

Aguas contaminadasSe da la circunstancia de que las aguas subterráneas de la zona de Son Puça no son aptas para el consumo humano por la presencia de restos fecales y residuales, según unas analíticas que se hicieron justo unos pocos días antes del gran vertido residual de la semana pasada.