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Insistencia de fenómenos localizados

Cada vez es más frecuente que la lluvia se concentre en un punto determinado y deje una huella de impotencia y devastación. El lunes le tocó a Can Picafort. Las tormentas, con frecuencia más acentuadas en un Mediterráneo que las tenía ya como propias, no dañan como antes solo a la agricultura. También castigan infraestructuras públicas y bienes privados. Habrá que admitirlo, tenerlo en cuenta y no dejarlo solo a merced de compañías de seguros y a la esperanza casual de que no vuelva a ocurrir.

Es prácticamente imposible asumir y canalizar 98 litros por metro cuadrado en menos de una hora. Can Picafort está pagando el infortunio de tener que demostrarlo en estos días. También, al igual que ha ocurrido en otros tantos puntos de Mallorca, la constatación de que la lluvia torrencial es como la muerte, inevitable. No se habla de ella, se ignora y cuando llega de forma abrupta todo se desencaja de forma traumática. Mejor la asimilación natural de lo inevitable. Las casas particulares, comercios y las instalaciones públicas deben tener en cuenta, en su construcción, que el agua llegará en cualquier momento y procurarse medios para evacuarla.

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