El tranvía es inseparable de Sóller y su Port. Si en la Vall ocurriera lo mismo que en A Coruña, donde la recuperación de este singular medio de transporte ha sido efímera, la crisis emocional y de identidad sería aguda. Nada hace pensar, sin embargo, que esto ocurra, porque el Ferrocarril de Sóller está tanteando medidas para reciclar la nostalgia, el bucolismo y el valor práctico del tranvía ahora que el Ayuntamiento valora su dignidad y la empresa se deja acariciar por nuevas inversiones de titularidad.
Para ponerse al día, manteniendo carácter y utilidad, las miradas están puestas en los tranvías gallegos de origen portugués que el consistorio de A Coruña no está dispuesto a volver a sacar a la calle.
Se trata de saber aprovechar la oportunidad. Mejor que los vagones de tranvía de segunda o tercera mano se impregnen del azahar de la Vall de Sóller que de polvo con abandono y óxido en una cochera gallega. Eso sí, de llegar a hacerse efectiva la operación que lleva años fraguándose, deberá hacerse con compromiso técnico de seguridad. Está bien que la carrocería sea decorado y carácter de identidad antigua, pero la mecánica deberá ofrecer garantía de integridad y buen uso. Todo sea por mantener el potencial turístico de Sóller y un medio de transporte convertido en signo de distinción.
