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Lletra menuda

Suplantación de identidad y carácter

Por si acaso fueran pocas las dificultades con las que topa Bunyola para desprenderse de la sombra de Palma y mantener una identidad local bien definida y fuera de duda, ahora cae sobre el pueblo el ovni de la urbanización de Can Mas. Un 'petit Bunyola' de lujo inaccesible para los bunyolins convertidos en extraños en casa propia. Esta grave contradicción ya aporta materia suficiente para cuestionarlo todo.

Todo está en regla, no podemos hacer nada dice el Ayuntamiento mientras se le desprende una aureola de complicidad y agrado ante las 36 viviendas de lujo. Sí se puede hacer, lo primero y más urgente, plantearse si el expansivo Plan General es el que necesita hoy Bunyola o bien confesar que tal topónimo corresponde a una localización de terrenos, disponibles para el mejor postor, con un viejo y venerable pueblo mallorquín como decorado impagable.

Quien dice Bunyola menta también a la Serra de Tramuntana porque no es solo Can Mas rebautizado ya como 'petit Bunyola' a modo de lo que ocurre en el Petit Deià o en Cala Llamp de Andratx. Así cementa y encuadra Mallorca la declaración de Patrimonio de la Humanidad de la Serra.

La historia se repite de modo periódico. Las licencias de urbanizaciones exclusivas, vestidas de provocador impacto ambiental, se otorgan a partir de la interpretación de la norma más favorable para el promotor, mientras que la demanda de información pública y transparencia se dilata hasta que las máquinas comienzan a excavar. Es un modo de acorralar a los grupos ecologistas que cuestionan el modelo de crecimiento y denuncian lesiones medioambientales. Pero el tiempo pasa y lo construido queda para siempre.

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