Los problemas no existen hasta que no saltan por la ventana y se hacen visibles. Ocurre especialmente en algunos partidos políticos. El PP es uno de ellos.
La presidenta y la secretaría de los conservadores de Andratx se van. Vienen a decir que son jóvenes pero no tontas. En Palma no les han hecho caso hasta que no han tenido la carta de dimisión sobre la mesa, una pasividad y una reacción tardía que se convierte en negligencia política, sobre todo cuando constan antecedentes de queja como la misiva de Jaume Porsell oficializando el olvido del comité andritxol por parte de la cúpula del PP regional.
El portazo de Estefanía Gonzalvo y Anabel Curtó tiene mucho de denuncia y de crítica personal al talante y el modo de hacer de Gabriel Company al frente del partido.
El comunicado de tono conciliador en el que se expresa el deseo de que las dimisionarias vuelvan al redil, no es solución del problema, solo la confirmación plena de que la decepción conservadora se ha enraizado en Andratx y que costará tiempo, esfuerzo y paciencia volver a establecer canales fluidos y confiados con Palma.
