La Fira de l'Oliva de Caimari no defraudó ayer a quienes visitaron el pequeño pueblo del municipio de Selva. La meteorología decidió dar una tregua a su castigo ferial y perdonó a Caimari propiciando una multitud de visitantes. Tal fue así que a mediodía los aparcamientos habilitados a la entrada del pueblo estaban cai llenos por completo. El barro generado por las lluvias de días precedentes fue protagonista también dificultando las labores de aparcamiento.

El pueblo estrenó colla de cabezudos. Como tantos pueblos de Mallorca, Caimari ha sucumbido a la moda de contar con cabezudos y dimoni. Y apadrinados por los de sa Pobla, el sábado se presentaron en sociedad; son los cabezudos carboners, que al igual que tantos otros estrenaron también baile, revestido de tradicionalidad aunque sean nuevos.

La feria se concentró ayer en la plaza del pueblo. En ella se pudieron ver los típicos puestos de venta de olivas y aceite.

La Denominación de Origen Oliva de Mallorca estuvo presente con una muestra de sus productos. Los responsables de la entidad promocionaban el producto autóctono en sus tres variedades: sencera, trencada y pansida.

Carboneros

En la plaza se instaló también una recreación de una sitja. Una antigua construcción artesanal de los carboners de la Serra de Tramuntana mediante la cual se obtenía carbón vegetal. Se montó de tal forma que se podía ver un corte longitudinal en el que se apreciaba el relleno de leña de encina, la cobertura de carrizo y finalmente la de tierra que posibilita la combustión casi sin oxígeno y da como resultado carbón vegetal.

Vendedores

Los alrededores de la plaza fueron ocupados por artesanos y por vendedores de maquinaria de uso agrícola.

Las calles anejas acogieron pequeños puestos de venta variados; alternando artesanos con revendedores. Especial representación tuvo el gremio de charcuteros y en general los puestos de alimentación, a pesar de que el Ayuntamiento no permitió puestos de comida elaborada, en un intento de preservar la actividad de los bares y cafeterías locales. Éstos estuvieron repletos, y en ocasiones, desbordados.