La recuperación del Teatre Principal d'Inca viene precedida de numerosas dificultades que, por lo visto, no se han acabado con unas obras cuyo plazo de ejecución expira el último día de este y no podrá cumplirse. Hay mucha oscuridad y escasa transparencia sobre lo que realmente pasa tras el telón de fondo y sobre el escenario de la política y las infraestructuras públicas de Inca.
Conceder una remodelación de esta envergadura con una rebaja del 32,51% sobre el presupuesto inicial de 5,1 millones no era un buen presagio. Vías y Obras, la concesionaria, pide ahora un incremento de dotación de 1,6 millones y desde julio ralentiza las obras como modo de presión. Mientras, el alcalde, Virgilio Moreno, espera informes técnicos y pide prorroga para no perder las subvenciones de los fondos europeos.
Todo muy raro y opaco. Por tanto, sospechoso. La petición de incremento de pago se hace por correo electrónico al aparejador municipal y al director de obras, no se ha convocado al patronato del Teatre en lo que va de año y la oposición municipal permanece fuera de juego. Por otra parte, no quedan pagos atrasados pendientes y parece ser que se pueden ejecutar partidas de obras que en ningún caso necesitan modificación.
Aquí hay mucho vodevil y abundante farándula interesada. Comienza a ser hora de interpretar y asumir la dramaturgia seria de lo que realmente pasa en el Teatre Principal d'Inca y su recuperación. La obra necesaria pasa por la obligación que tienen los actores, Ayuntamiento y empresa, de interpretar, asumir y exigirse de veras su propia responsabilidad. Sin más demoras.
