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Una sanidad ajustada a la realidad social

La asistencia sanitaria resulta válida y es reconocida en la medida en que se muestra capaz de responder a la demanda y la necesidad social. Debe hacerlo, además, de forma diversificada y con grandes dotes de especialización cualificada.

Si, a partir de todo ello, tenemos en cuenta que Mallorca ha experimentado en los últimos años un alto crecimiento demográfico y que dentro de él se afianza la esperanza de vida, llegamos a la necesidad de un constante incremento de demanda sanitaria. No solo para curar, también para dar respuesta, paliar y dignificar la enfermedad crónica y la geriatría.

La entrada en servicio del hospital de Sant Joan de Déu de Inca es una etapa más en la atención de estas necesidades insaciables. Con 80 camas, 20 plazas de hospital de día, dos quirófanos y consultas externas podrá prestar atención próxima a enfermos crónicos o de larga estancia del Migjorn y Tramuntana. De paso, se alivia la presión asistencial sobre Palma y por tanto, se da mayor posibilidad de atención a los residentes en el área de la capital.

El nuevo hospital de Inca es también resultado de la capacidad de confluencia de la infraestructura sanitaria de titularidad religiosa y la civil o institucional. Por tanto, es un modo de sanear la gestión pública y de aplicarle buenas recetas de sensibilidad diversa, confesionalidad y pluralidad. Como la sociedad actual.

Pero los servicios sanitarios siempre van a remolque de la demanda. La previsión no es su aspecto más saludable. Sant Joan de Déu de Inca pasa a ser un eslabón más de la cadena. Importante, pero no definitivo. Se hace necesario afrontar otro centro homólogo en Felanitx y recuperar de una vez por todas el desperdiciado Son Dureta. Hay mucha demanda en espera.

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