La depuradora de Son Bosc, en Muro, es un punto negro en la Mallorca que aspira a preservar sus valores naturales sin renunciar a su condición de potencia turística. La presión humana, especialmente en verano, pone a prueba una infraestructura que filtra al mar sus aguas sucias y provoca graves alteraciones en l'Albufera y la bahía de Alcúdia.

Estos vertidos son una indeseable fuente de nutrientes que abonan el terreno para la aparición de microalgas que pueden resultar tóxicas para los bañistas, tiñen de verde unas aguas que deberían ser cristalinas y dañan la vida en el fondo marino. "Con el aumento de la temperatura del Mediterráneo debido al calentamiento global es más urgente que nunca dejar de contaminar con nutrientes agrícolas y urbanos el mar. Especialmente en los primeros quince metros de profundidad de las bahías y ensenadas, donde el agua se renueva menos y que coincide con las zonas de baño", advierten desde Mallorca Blue, un colectivo que se destaca por denunciar todas las amenazas que sufre el mar balear.

A vista de dron

Estos activistas enseñan las tripas de la depuradora de Son Bosc, una infraestructura que, critican, "degrada gravemente un hábitat marino costero protegido como el de la bahía de Alcúdia". El vídeo que acompaña esta información muestra el enorme caudal de aguas insuficientemente tratadas que se vierte por un conducto directo a la bahía.

"No se puede seguir ocultando que la depuradora de Can Picafort y Playas de Can PicafortMuro vierte directamente al mar por Santa Margalida. El tubo llega directamente al nivel del mar y el agua insuficientemente depurada sale a la bahía a través de caliza arrecifal del Mioceno, que tiene cavidades y agujeros como puños", explican en Mallorca Blue. "Por allí el agua del mar circula y se mezcla con la contaminada, saliendo a la bahía sin filtro ninguno en una franja de al menos un kilómetro en Can Picafort, añaden estos activistas. Hace tiempo que la depuradora está en el punto de mira de ecologistas y usuarios. Existe un proyecto para construir una nueva infraestructura -la actual data de 1989- a la que el Ayuntamiento de Santa Margalida lleva tiempo oponiéndose. "En verano llega al doble de su capacidad y no funciona bien", admite la directora de Recursos Hídricos del Govern, Joana Garau. "Ha habido algún vertido a l'Albufera. Y el agua depurada se infiltra en Can Picafort y puede tener un efecto a pie de playa. Pero hemos trabajado para evitar las fugas que se producen en verano, cuando excede su capacidad. Y tenemos en proyecto una nueva depuradora que ya cuenta con el plan de obra definitivo y la declaración de impacto ambiental. Pero el Ayuntamiento de Santa Margalida lo rechaza", afirma Garau. El pretexto que esgrime este consistorio para oponerse a la nueva infraestructura es que incluiría un emisario que abocaría el agua directamente al mar. Sin embargo, tanto Garau como los ecologistas coinciden en que supondría una notable mejora porque el agua saldría mejor depurada. "Infiltrar o verter por emisario no es el problema; el problema es la calidad del líquido que viertes al mar", señalan desde Mallorca Blue. "Es un proyecto de interés general porque abarca a varios municipios, no solo al de Santa Margalida. Confío en que cuando haya un Gobierno estable en Madrid dé el visto bueno definitivo a su construcción", sostiene la directora general de Recursos Hídricos.

"Exceso de comida para las algas"

El vídeo elaborado por Mallorca Blue ilustra sobre los efectos que la filtración al mar de unas aguas que han sido deficientemente depuradas tienen sobre el medio marino y cómo merma la calidad del agua que los miles de turistas que visitan la zona disfrutan en temporada alta.

"Esa acumulación de residuos orgánicos se convierte en nutrientes que estimulan el crecimiento de algas, a veces nocivas. Se produce una eutrofización, que no es más que un exceso de comida para esas algas, y en según que sistemas acuáticos se quedan en el fondo, se degradan y consumen el oxígeno del agua", explica Jorge Terrados, director del Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (Imedea-CSIC). Este científico, que declina valorar la situación de la depuradora de Son Bosc al no estar al tanto de los detalles de su problemática, subraya que el Mar Menor, donde estos últimos días han aparecido muertos miles de peces, "es un ejemplo de libro de lo que puede ocurrir" en un caso extremo. "Todo depende de la cantidad de vertido que acabe en el mar y de la tasa de renovación del agua", subraya Terrados.

Otra científica del Imedea, Nuria Marbà, investiga el impacto del emisario de la Savina, en Formentera, en su entorno inmediato, una pradera de posidonia. "Tenemos ya resultados preliminares que indican que hay afectación. No podemos cuantificar todavía la extensión del área perjudicada, pero sí sabemos que la pradera ha perdido densidad", apunta.

En todo caso, Marbà recuerda que "necesitamos" depuradoras. "Son infraestructuras fundamentales, pero tenemos que procurar que lo que llega al mar sea de buena calidad", señala. Y desliza una buena noticia. "Ha habido un esfuerzo importante a nivel europeo y eso ha provocado que desde los años 80 se haya frenado la pérdida de praderas de posidonia. Durante los 60 se produjo un importante retroceso, pero desde entonces ha habido un importante esfuerzo por mejorar la depuración de las aguas", explica esta investigadora.

CONTENIDO_RELACIONADO

  • Muro exige que se construya la depuradora de Can Picafort
  • Madrid se desentiende del pago de 120 millones para dos depuradoras de Mallorca

FIN_CONTENIDO_RELACIONADO