Los homenajes de solidaridad y las visitas institucionales quedan devaluados cuando permanecen atados a promesas incumplidas y a carencias de resolución práctica. Este es el decepcionante trance que atraviesa Sant Llorenç, y en distinta medida el Llevant, con respecto a los daños de la torrentada de hace un año.
El Ayuntamiento y la administración insular y autonómica han hecho buena parte de su trabajo; la del Estado no. Es ahora, sin necesidad de katiuskas, cuando Pedro Sánchez y los Reyes deberían volver a Sant Llorenç para pisar el reseco polvo de la reconstrucción y la prevención y, sobre todo, justificar qué pasa con los 20 millones de euros comprometidos en ayudas. De lo contrario, sus palmadas en la espalda y su cara de circunstancias de hace un año pierden autenticidad. Para entretener la espera, el Parlament suplica comparecencia al Delegado del Gobierno. Pero, más que explicaciones, se necesitan transferencias en metálico.