Tras el poético memorial, autoridades y familiares se dirigieron a la iglesia de Sant Llorenç para asistir a la misa oficiada por el obispo de Mallorca, Sebastià Taltavull, que empezó su homilía recordando a las trece víctimas que fallecieron en "aquella especie de rebelión de la naturaleza". "La torrentada sembró la desolación y destruyó todo lo que encontraba a su paso", pero tras aquella "nube oscura", como "respuesta inmediata aparecía la luminosa presencia de la solidaridad convertida en fuerza que hermanaba cuerpos de seguridad, emergencias, Ejército, Protección Civil, voluntarios y vecinos". "Desde el primer momento fuimos testimonios de una generosidad que se extendió de Llevant hasta Ponent como una torrentada de amor, de sensibilidad para ayudar", describió Taltavull.

El obispo destacó también la firmeza de todos aquellos siguen colaborando para levantar los ánimos, recuperar la confianza y reconstruir el edificio de nuestra propia persona. "Ha vuelto la normalidad", dicen. Evidentemente, "se ha ido labrando día a día, renunciando y creando de nuevo". "Aún queda mucho por recorrer, sobre todo, en lo que se refiere a la prevención de una desgracia", por eso, animó a cohesionar esfuerzos para "mantener tranquilo un pueblo que quiere seguir caminando en paz y asegurar su futuro".