Felip Forteza Amengual sabe lo que es nacer dos veces. Y no es una paradoja. La primera vez fue en Sant Llorenç, hace 66 años. La segunda, en este mismo municipio, hoy hace justo un año. Él podría haberse convertido en la decimocuarta víctima de la fatídica torrentada. Aquel día, Felip, que vive en la zona del campo de fútbol, recorrió cerca de dos kilómetros arrastrado por la riada.

Aquello fue una odisea, recuerda. Tenía dificultades para respirar, porque la corriente lo hundía y sacaba del agua. Su única salida: intentar agarrarse a lo que pudiera. Así recorrió dos kilómetros. Sufría una fuerte hipotermia. Estaba desnudo. Sólo conservaba los zapatos. La fortuna, sin embargo, le sonrió, porque estuvo a punto de entrar en un puente lo que hubiera acabado con su vida. Finalmente, fue rescatado. Llegó al hospital y allí recuerda cómo los médicos le decían que había sido un superviviente.

Los doctores le explicaron que el hecho de no entrar en pánico le había salvado la vida, aunque también le comentaron que, si su estancia en el agua se hubiera prolongado un poco más, la hipotermia severa que presentaba hubiese sido fatal.

"En aquel momento, cuando el agua me empezó a arrastrar, solo pensaba que era como estar un un partido de tenis. Tenía que jugar los puntos uno a uno e intentar ganar los máximos", cuenta Forteza, quien apunta que, en esos momentos, sentía que estaba reviviendo el argumento de la película de J. A. Bayona 'Lo Imposible', basada en la historia real de la trágica experiencia de una doctora española en el devastador tsunami de 2004 en el Índico. Este llorencí que se declara aficionado a las excursiones, al ciclismo y al piragüismo relata que una decisión poco acertada precipitó su odisea. "Mi calvario comenzó cuando vi que el agua inundaba las calles. Quise llevar mi coche a la parte más alta del pueblo para que no le afectara", narra Felip, quien a su llegada al puente que se cruza con la calle mayor pudo salir del coche, pero enseguida fue arrastrado por la corriente. "A partir de aquí, a ratos buceaba y a ratos salía a flote y podía respirar", dice. Felip no se dejó vencer por la impotencia de perder el control sobre lo que te rodea. Pero casi siempre hay una oportunidad, y a él le llegó con la forma de un algarrobo que se sostenía en pie pese a la corriente.

"Sabía que no aguantaría mucho más"

En medio del torbellino de agua, Felip se mantuvo todo lo firme que pudo entre sus ramas. Lo suficiente para que Bernat Miralles, un policía local de Son Servera, pudiese percatarse de su presencia, casi como si de un milagro se tratase, porque era de noche y había muy poca visibilidad. Poco después, llegaría un grupo de voluntarios de Protección Civil de Son Servera, formado por Alonso Alonso, Jaime Ballester, Jaume Nieto y Alonso Olivares. Ellos fueron quienes, arriesgando sus propias vidas, le sacaron de aquel lugar, una vez que el agua había bajado un poco de nivel, dos horas después.

Dos de ellos estudiaban cómo impedir que el agua lo llevara al puente de la carretera de Son Servera. Sabían que, si la riada le llevaba hasta allí, con tanto coche acumulado, sería difícil salvarle la vida. Mientras Jaime Nieto y Alonso Olivares intentaban llegar hasta Felip, sus compañeros intentaban entretenerlo y evitar que no se desanimara. "¡Ya falta menos!", le gritaban. El superviviente recuerda: "No tenía noción del tiempo, pero sabía que llevaba mucho allí metido y que no aguantaría mucho más. Al final, pude oír una voz justo detrás de mí que me decía: 'Ya estamos aquí, vámonos". Era la voz de Jaime Nieto, que se lo cargó sobre sus hombros, para llevarlo a un lugar seguro.

Una ambulancia le trasladó al hospital, junto con otros heridos. Al salir, Felip quiso dar las gracias a sus salvadores, con quienes compartió mesa en el Bar Nou. Hoy, 9 de octubre, celebrará su nueva fecha de nacimiento.