El pueblo de Esporles amaneció ayer con la voluntad de convertirse en el epicentro del dolç en Mallorca. Y lo consiguió un año más con la organización de la XV edición de la Fira Dolça, un evento comercial más que consolidado que constituye un reclamo irresistible para los más golosos y también para los que buscan otros alicientes en forma de música, exhibiciones, muestras culturales y, como no podía ser de otra manera, talleres gastronómicos basados en la repostería autóctona de la isla.

La jornada se inició sobre las 10 horas con los xeremiers de Esporles y los Gegantons. Durante todo el domingo se sucedieron las actividades de animación musical por las calles repletas de gente que paseaba entre unos expositores que despertaban el hambre del público por la variedad de productos de repostería de apariencia exquisita.

En la Placeta des Jardinet se llevaron a cabo diferentes actividades como una muestra de cocina sin gluten o de dulces saludables. También llamó la atención un taller de recetas elaboradas con Laccao. Los alumnos de la escuela de Hotelería también llevaron a cabo una muestra de cocina y se presentó el libro 'L'ensaïmada. L'espiral del plaer', de Tomàs Vibot, un acto complementado con degustaciones de ensaimadas y vino dulce. Las bodegas Es Verger ofrecieron una degustación de sus caldos.

En la Placeta des Brollador se realizaron exhibiciones y concursos de motosierras, además de diferentes actuaciones musicales. Los artesanos tuvieron su propio espacio en la calle Canonge Garau, donde el Ateneu Popular d'Esporles mostró sus actividades.

Durante toda la jornada, un bus conectó las zonas de aparcamiento habilitadas y la possessió de La Granja con el recinto ferial ubicado en el corazón de Esporles.