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Oportunidad para espacio y usos públicos

Mirando lo inmediato, el inicio, precisamente ahora, de las obras de reforma de la plaza Mallorca, es un obstáculo para las celebraciones y eventos del Dijous Bo. Nada nuevo, porque la configuración actual de la plaza en cuestión, es una traba para el urbanismo y la vida cívica de Inca, un monumento al despropósito sobre el que los políticos deberían purgar los errores cometidos con el dinero de todos.

Pero, siguiendo con el mismo referente de la gran feria y con una visión más amplia a mayor plazo, la regeneración de la plaza Mallorca, de cumplir los objetivos trazados en su recomposición, debe acabar siendo la mejor aportación del Dijous Bo de este año. Es una oportunidad que no puede perderse para el espacio público y sus usos sociales en Inca.

Los autores de la reforma han trazado a la perfección la definición del proceso que tienen entre manos. "Transformar un lugar de cruce en un sitio de encuentro". Nada del otro mundo porque la confluencia y la acogida son la vocación natural de las plazas. Simplemente, la plasmación de que los gestores públicos, en su desmedido afán de pasar a la pequeña historia local de su municipio, demasiadas veces se exceden en la alteración y deformación de las cosas. Es el castigo que recibió la plaza Mallorca y todos los inquers, al transformarla en bofetada de hormigón en el mismo núcleo vital de la ciudad.

Con el error y el capricho en fase de reparación, solo falta que lo plasmado en los planos pueda consolidarse en la práctica como el lugar de encuentro acogedor pretendido. En el proceso para lograr este objetivo necesario, las obras deben ser en este Dijous Bo el expositor de un logro colectivo.

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