La explanada de la plaza Sant Joan, situada frente al portal lateral de la parroquia Sant Joan Baptista de Son Servera, se ha convertido en un improvisado campo de fútbol por parte de un grupo de jóvenes. Esta acción ha causado indignación entre los feligreses que han decidido decir "basta ya" a los actos incívicos que vienen padeciendo, sobre todo durante la temporada estival, a la hora de asistir a las misas. Por ello, han emprendido una campaña de recogida de firmas para que el equipo de gobierno liderado por Natalia Troya actúe de forma inmediata y evite estos actos que tantas molestias causan a los feligreses.

Y es que un grupo de jóvenes utiliza la explanada para jugar a fútbol, una acción que molesta, sobre todo, a las personas mayores que acuden a los actos religiosos. No solo molesta, también trae consecuencias. El último incidente que hizo acabar la paciencia a los feligreses fue un balonazo que rompió las gafas a una persona de avanzada edad que estaba en el portal de la iglesia.

Regates en plena misa

Estos problemas no son nuevos pero se han agravado y se han visto incrementados este verano llegando incluso a entrar en plena misa con sus balones para marcarse unos regates o realizar unas volteretas en pleno pasillo. Pero hay más. En otras ocasiones estos jóvenes han accedido al templo con una bicicleta y también han lanzado pequeñas piedras a las personas que acuden al centro, según denuncian las feligresas afectadas.

El párroco Jaume Mercant siempre se ha mostrado benévolo con los jóvenes, incautándoles los balones de fútbol que acababan dentro de la iglesia. Los retenía e informaba a los infractores que no se los devolvería hasta que los padres fueran a reclamarlos. Era en este preciso momento cuando se informaba a los progenitores de los hechos acaecidos. Pero esta medida tampoco ha dado fruto. También ha sido en vano la acción tomada por el consistorio de colocar unas grandes jardineras delante de la puerta, que hasta el momento no han supuesto ningún estorbo para que los jóvenes jugadores continúen con sus travesuras.

Las feligresas afectadas aseguran que con el paso del tiempo el problema se ha incrementado hasta tal punto que solo juegan en el momento de la celebración de la ceremonia religiosa, especialmente durante este verano. La situación insostenible ha llevado a intercambios verbales entre las personas que acuden a la iglesia, los jóvenes y sus padres. Pero estas fechorías también han afectado a los clientes de los bares de la plaza, que en más de una ocasión han sido damnificados por los balonazos.

Llegados a este punto, los afectados han reivindicado por enésima vez (hecho que viene produciéndose desde hace décadas) la presencia de un policía local para que evite los altercados. Un agente que, según fuentes consistoriales, solo podría intentar disuadir a los jóvenes al no existir una normativa que prohíba explícitamente estos actos. Ante esta situación se espera que en breve la alcaldesa Natalia Troya firme un bando que permita poner cierto orden a este desmadre y sirva a la vez para poder sancionar económicamente a los infractores. Desde la oposición, el Partido Popular apela, más que a la presencia policial, a la sensatez de los progenitores de los infractores. Y es que ya son muchas las voces que demandan a los mayores que impartan civismo y buenas maneras a sus descendientes para evitar estos desafortunados actos.

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