Diario de Mallorca

Diario de Mallorca

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista a Bartomeu Serra

"Si era apresado debía comerme los papeles inmediatamente"

"Si me disparaban con artillería, tenía que ponerme un bastoncillo en la boca para no morderme la lengua"

Tomeu Serra disfruta de los días y sus rutinas en Porto Cristo. J. Payeras

P ¿Cómo transcurre ahora, con un siglo de vida a sus espaldas, un día normal de la vida cotidiana de l'amo en Tomeu?

R Puede decirse que llevo una vida muy tranquila y bastante ordenada. Me levanto sobre las 8 de la mañana, almuerzo después de asearme y descanso sentado ante la camilla. A las 10 de la mañana voy a tomar café al local de la tercera edad y a hablar un rato con los amigos. Me gusta repasar la prensa diaria para enterarme de las noticias, doy un paseo por el pueblo, hago la compra en el súper y como puntualmente sobre la una del mediodía, para seguidamente echar una cabezadita en la butaca, asear la casa y dar otro paseo. De televisión solamente veo los telediarios, pues no quiero engancharme con series interminables ni con concursos.

P ¿Qué recuerda de su niñez y juventud en el predio Son Figuera?

R Allí vivíamos toda la familia y yo ayudaba a mis padres que llevaron, durante 20 años en aparcería, la finca propiedad de don Miquel Bordoy de Felanitx. En aquellos tiempos los únicos que no pasaban hambre eran los amos de possessió y sus propietarios. Son Figuera era buena tierra y cosechábamos cereales de todas las variedades; trigo para hacer harina y los demás para alimento de los animales. También se cultivaba viña, almendros e higueras. Así se podían alimentar a varios cerdos para matanza propia, ovejas y aves de corral.

P Fue militarizado a los 19 años, en plena Guerra Civil y destinado a un frente de guerra, ¿Durante cuánto tiempo?

R Sí, fui llamado a filas y destinado al regimiento de Infantería Granada número 6 y estuve un año en el frente de guerra de la Estación del Zújar, en Monterrubio de la Serena (Extremadura). Acabada la guerra fui destinado a Sevilla, donde estuve dos años, hasta que pude volver a Mallorca para terminar los cuatro años de mili que me quedaban. Me destinaron a Sanidad de asistente, y como gozaba de muchos permisos, cuando tenía libre ayudaba a mis padres en la finca. O sea que en total cumplí siete años de servicio militar.

P ¿Qué nos puede contar de aquella experiencia en el frente de guerra?

R Yo siempre hice de enlace y mi misión consistía en comunicar las órdenes escritas que el comandante mandaba para los soldados que estaban en primera línea de fuego. El comandante observaba la batalla con unos binoculares desde tercera o cuarta línea. Yo tenía que correr a toda velocidad con los papeles y entregarlos a los soldados que estaban en la trinchera. Las órdenes que tenía eran que si se producía una emboscada y yo era apresado por el enemigo, debía comerme los papeles inmediatamente.

P ¿Se vio envuelto en algún momento de peligro o fue herido por algún proyectil?

R Realizar aquella función de enlace resultaba muy peligroso, pues todo el tiempo que corrías te disparaban desde lejos. Las balas venían esparcidas y las oías silbar cuando pasaban cerca de tu cabeza. Tuve la suerte infinita de que no me alcanzara ninguna, aunque algunos proyectiles cayeron a cinco o seis metros de donde yo estaba. Si el enemigo disparaba con la artillería, tenía que tirarme al suelo y ponerme un bastoncillo en la boca para no tenerla cerrada y morderme la lengua a causa de la fuerte detonación del proyectil cuando se estrellaba en el suelo.

P Terminado el servicio militar instaló en Palma un negocio de radiotécnica. ¿Qué conocimientos tenía?

R Desde muy joven siempre estuve interesado en la electricidad. Ya en Son Figuera tenía una galena con auriculares y se podían escuchar varias emisoras españolas, francesas y marroquíes. Hablamos de los años 1936 y 37. Durante el servicio militar aproveché para adquirir los primeros conocimientos de electricidad y mecánica. Con el tiempo pasé de agricultor a ser radiotécnico especialista en aparatos de radio-transistor. Al terminar el servicio decidí instalar, primero en mi casa y luego en la calle Colón, un taller de fabricación y reparación de aparatos de radio con otro socio: Radio Colón se llamaba.

P ¿Funcionó bien?

R En aquellos tiempos la radio era una novedad en periodo de desarrollo que no estaba al alcance de todos, por eso tuve ocasión de conocer a muchas personas importantes que acudían al taller o a la tienda a reparar sus aparatos o a cambiarlos por los más modernos, pues los avances técnicos llegaban a toda velocidad. En este aspecto tengo la satisfacción de que varios técnicos formados en mi taller llegaron a ocupar puestos de gran responsabilidad en las emisoras de control aéreo de la Aviación Civil.

P ¿Que le llevó a fijar su residencia en Porto Cristo una vez jubilado?

R Cuando decidí dejar el negocio de radiofonía por los motivos que he comentado, trabajé de comercial, llevando diversas representaciones, hasta que me jubilé a los 68 años. Entre mi mujer y yo decidimos venir a Porto Cristo porque aquí teníamos bastantes familiares y gente conocida, y porque siempre nos encantó ese lugar.

P Durante muchos años llevó el registro pluviométrico de Porto Cristo. ¿Nos cuenta en qué consistía?

R Los últimos once años que vivimos en Palma instalé un pluviómetro que copie de uno que tenía mi hermano. Cuando vinimos a Porto Cristo, yo mismo fabriqué dos pluviómetros de unas dimensiones capaces de acumular considerables cantidades de agua de lluvia sin necesidad de vaciarlos y que proporcionaban un error de cálculo de un 0%. Con ellos, desde abril de 1981 fui anotando día a día las cantidades de lluvia registradas. La revista Porto Cristo mostró su interés por publicar aquellos datos, además de otros aspectos de la meteorología y su influencia sobre la agricultura. Unos datos que mucha gente consultaba y agradecía. Cuando lo dejé, entregué todos los registros a Jaume Brunet, que me dijo que estaba interesado en ello, no sé para qué fines.

P El pasado mes de abril, se cumplieron 30 años de la fundación de la 'Asociación de la Tercera Edad Nuestra Señora del Carmen de Porto Cristo' de la que usted fue el primer presidente. ¿Cómo surgió aquella idea?

R La idea surgió de las tertulias que manteníamos casi a diario un grupo de jubilados. Yo propuse fundar una asociación federada, como ya tenían otras poblaciones, para así poder organizar las diversas actividades a las que éramos aficionados, como por ejemplo la pesca, organizado concursos así como tantas otras actividades sociales y recreativas propias de las personas mayores. La idea fue compartida por bastantes porteños y porteñas y constituimos la primera junta directiva. Ahora, después de 30 años, me siento orgullosos y satisfecho de que nuestra Asociación de Tercera Edad sea de las más activas y dinámicas de Mallorca.

Compartir el artículo

stats