Antes de que una gran tromba de agua arrasara hace ya casi un año Sant Llorenç, hubo otra gran torrentada que anegó toda la costa este de Mallorca. Un aguacero terrible que en solamente tres horas descargó la mitad de lluvia que solía ser habitual en todo un año. Fue hace tres décadas, el 6 de septiembre de 1989, una fecha amarga sobre todo para la costa de Manacor, que se llevó la peor parte con hasta tres localidades afectadas: la propia ciudad, Porto Cristo y s'Illot.

Sin olvidar los importantes daños causados en Campos o CamposPortocolom, donde se registraron los tres únicos fallecidos de la jornada negra, todos ellos trabajadores del aparthotel el Corso, a los que el agua les sorprendió en el aparcamiento subterráneo. Una zona construida directa y sorprendentemente justo en el cauce del torrente.

La tempestad, que cogió por sorpresa tanto a vecinos como a equipos de emergencia, dejó 200 litros por metro cuadrado en cuestión de minutos en la capital del Llevant, 130 en Santanyí y hasta 120 en Campos. Y eso que las lluvias se habían mantenido a niveles normales durante el día anterior y la noche previa. El cielo amaneció de un color raro, un azul intenso y moteado de grises que pronto empezó a descargar acompañado a su vez de aparato eléctrico.

A las siete y media de la mañana agentes de la Policía Local de Manacor obligaban ya a los coches que llegaban desde Porto Cristo a volver atrás. Era el primer síntoma de que algo intenso se avecinaba. Los exámenes de recuperación del instituto Mossèn Alcover quedaban suspendidos. Así que no era la típica tormenta de finales de verano. Minutos antes de la nueve los bomberos del Serpreisal ya tuvieron que salir en helicóptero al rescate de diversas personas aisladas. La temida gran torrentada había empezado.

La lluvia caída durante los dos días anteriores había hecho que la tierra dejara de absorber líquido, a consecuencia de la combinación de la extrema sequía acumulada y la nueva intensidad de litros. La imagen de fora vila anegándose pronto se combinó con la subida de los torrentes, que además venían arrastrando la maleza y todo lo que iban encontrando a su paso. La amalgama perfecta para un desastre.

Pero no fue hasta que la riada desembocó en localidades y playas de forma violenta, se pudo notar toda la magnitud de la tragedia. Unas imágenes todavía analógicas que sin embargo solo tardaron minutos en propagarse por toda España. Coches de los que apenas se veía el techo, nadaban como tablas de madera chocando contra los comercios de la plaza Ramon Llull y la avenida del Torrent manacorina. Hasta una hormigonera que trabajaba en el campo de fútbol de Na Capellera, apareció frente a una casa del carrer des Fum, a unos dos kilómetros de distancia, donde los niveles de agua superaron los dos metros de altura. No se recordaba una torrentada similar desde octubre de 1932.

En Porto Cristo el torrente de Na Llebrona se llevaba animales de las granjas próximas, arrastraba bombonas de butano y rompía amarres de lanchas y veleros hasta hacerlos colisionar sin remedio, lo que hizo que muchos se fueran a pique en toda la zona del Riuet. Unos kilómetros más al norte, la playa de s'Illot era un gran lago donde flotaban a la deriva sombrillas, furgonetas y muchos restos del antiguo paseo, dejando maltrecho el Hotel Cala Moreia, del que incluso se temió por su estructura.

En Campos la riada recordó a la mítica vivida el 13 de noviembre de 1946, cuando cayeron 190 litros por metro cuadrado. Esta vez, pese a que la intensidad de agua fue menor, la mayor presión urbanística multiplicó los efectos, causando un reguero destructivo que acabó en el mar, cerca de es Trenc.

Las cantidades

Los registros oficiales hablan de 203 litros por metro cuadrado en la zona del Puig de Sant Salvador en Felanitx, 250 en es Picot, más o menos los mismos que en Manacor y Porto Cristo, donde los pluviómetros rebosaron; 160 litros por metro cuadrado en la ciudad de Felanitx, 148 en Cala Rajada o 143 en sa Ràpita. Tal fue el contraste que demuestra la concentración de nubes, que solamente a diez kilómetros de distancia, en Vilafranca se contabilizaron solo 72 litros. Por no hablar de la zona oeste de Mallorca, donde apenas se notaron las precipitaciones y ni el pantano de Cúber ni el Gorg Blau registraron apenas crecimiento, con apenas 23 litros por metro cuadrado.

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