El teatro Alcázar fue cuna del arte, la cultura, las artes escénicas y del cine, mucho cine, durante el siglo XX, pero pronto uno de los iconos de la cultura de Sóller desaparecerá para siempre. El legado de una sala tan emblemática dará paso a la construcción de un edificio y un vial peatonal que desembocará en la vía del tranvía dejando atrás un legado en el mundo de la cultura.

La junta local de gobierno ha dado luz verde a los propietarios del emblemático cine para proceder a su demolición. La piqueta acabará con 86 años de historia para dar paso a un edificio que alojará un hotel de ciudad de cuatro estrellas superior, piscina y aparcamiento. El Ayuntamiento ha dado licencia de demolición al proyecto después de haber culminado un largo proceso administrativo.

Las obras que acabarán con el simbólico edificio del Alcázar podrían materializarse a partir del mes de octubre, según han señalado desde el consistorio, en cuanto termine el periodo de vigencia de la moratoria que impide la realización de grandes obras durante los meses de verano. La deconstrucción del viejo cine supondrá para sus promotores una inversión que rondará los 60.000 euros.

El teatro fue desguazado en 2005 por sus anteriores propietarios, por lo que actualmente el edificio no es más que cuatro paredes destartaladas y una cubierta de uralita, una decrépita estampa de lo que fue un majestuoso cine-teatro con capacidad para 1.100 espectadores, la más grande de todas las salas que en su día hubo en Sóller.

El 18 de abril de 1933 el Alcázar levantó el telón por primera vez con el nombre de Kursaal. Supuso una revolución en Sóller por la gran capacidad que tenía su patio de butacas y porque ofrecía la mayor pantalla de cine y el mayor de los escenarios teatrales que nunca ha habido en Sóller.

A lo largo de su vida en activo, el teatro fue escenario de los eventos culturales más importantes que ha tenido Sóller a lo largo del siglo XX. En su escenario se representaron numerosas obras de teatro, actuaciones musicales e incluso la lectura del pregón y la investidura de las Valentes Dones. Su pantalla apaisada reflejó los fotogramas de los títulos más importantes del séptimo arte en tardes y noches de sesión continua hasta que las salas de cine de Palma propiciaron su desaparición.

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