La restauradora Catalina Mas ha sido la encargada de aportar una mirada técnica a la careta del dimoni de Montuïri. La historiadora del arte ha clausurado el ciclo Redescobreix els Cossiers aportando los resultados de un año de estudio de la antigua máscara que custodia una vitrina del Ayuntamiento. Con la idea de contemplar la posibilidad de restaurarla, la experta, bisturí en manó, tomó hace un año las muestras de la pieza que a lo largo de estos meses han sido analizadas en un laboratorio de Madrid.

Mas recuerda que en los años 90 la careta fue sustituida por una de fibra más ligera creada por Mateu Forteza. La tradición oral dice que la careta fue creada por un carpintero de Can Soldadet. Si fuera su creador, dataría de 1820 pero lamenta que no hay ningún documento que pueda confirmarlo. Además de los análisis, la careta del dimoni ha visitado la Clínica Rotger para someterse a unas radiografías para completar su diagnóstico. Así, los resultados aportan nuevos datos sobre la policromía de la máscara, los materiales, cómo se ha conservado pero lo más sorprendente de todo es la posibilidad de que tuviera una boca articulada que posteriormente se convirtiera en fija.

"La tradición oral también decía que la madera utilizada era de higuera pero las analíticas lo han desmentido. Es de olmo". El color también aporta nuevos datos. "Estamos acostumbrados a ver un dimoni de color rojo pero era más bien anaranjado, que era el color natural del minio de plomo", desgrana. La máscara tiene 18 capas de policromías, ha sido repintada 18 veces. "La original es anaranjada y los materiales utilizados se corresponden perfectamente a la época de construcción en el siglo XVIII", sentencia Catalina Mas.

De todo el estudio, lo más sorprendente fueron los resultados de la radiografía. "Nos encontramos con una platina de metal que le engancha la boca y que es una parte separada del resto de la cara. Existe la posibilidad de que debido a esta mandíbula, la máscara fuera articulada. Otra curiosidad es la nariz. "Internamente nos encontramos que la nariz funciona como si fuera humana. Esto no es habitual". Las argumentaciones apuntan a que se quisiera lograr una máscara de lo más realista. "Incluso hemos pensado que la boca, en algún momento, podría tener cierto movimiento", añade Mas que presenta dos hipótesis: "realmente nos encontraramos ante una máscara articulada que en un momento dado se condena el movimiento colocando una platina o la otra posibilidad podría ser que fuera de la propia construcción. Es decir, que la pieza de madera llegara hasta aquí e hiceran el añadido de la parte inferior". Este punto, razona la conservadora, "nos contrasta mucho cuando tenemos una nariz tan realista que se optara por una solución técnica tan improvisada en la mandíbula". Con estas dos hipótesis sobre la mesa, la historiadora del arte y conservadora confiesa que "me cuadra más que tanto la nariz como la boca fueran articuladas" pero reconoce que son situaciones que a la hora de presentarlos "cuestan de asumir y de asimilar". "Hay toda una tradición visual", admite. "La gente está acostumbrada a ver una máscara", reconoce Catalina Mas que hace hincapié en que la gran sorpresa de este estudio a la careta del dimoni ha sido la articulación. "Las repintadas nos las esperábamos por una cuestión de durabilidad".

"Muy naturalista"

La conclusión de Mas tras analizar la mandíbula y la nariz es que "había la intención de que tuviera movimiento, de crear una pieza muy naturalista para generar más impacto. Hacer un dimoni verídico, no una caricatura". La restauradora ha sido la impulsora del estudio que ha contado con el apoyo económico del Ayuntamiento. "Faltaba analizar la parte física de la careta. Una vez hechos los análisis de la pintura, de la madera, de la estructura... sabemos que es una pieza del siglo XVIII y podemos afirmar que es la primera careta de Montuïri", sentencia el regidor de Cultura, Biel Mayol.