"Se veía venir", es el comentario más repetido en los últimos días en Bunyola. Son muchos los que lamentan que el proyecto de construcción de 36 viviendas en terrenos de Can Mas36 viviendas en terrenos de Can Mas, frente a las casas de esta possessió, arruinará uno de los pocos espacios sin edificar que quedan cerca del núcleo urbano. Apodada ya 'petit Bunyola', en referencia a un proyecto similar en Deià, la nueva promoción se ha proyectado en suelo declarado urbano según las normas urbanísticas de 1978, aún vigentes, lo que ha hecho que el consistorio ya haya advertido que la licencia es legal y que no tiene argumentos para parar su construcción, aunque las nuevas normas urbanísticas estén ya aprobadas inicialmente.

Así las cosas, Can Mas dejará pronto de ser la possessió que generaciones de bunyolins ha conocido, referente paisajístico del pueblo desde principios del siglo XX. Ahora, como hace cien años, esta finca situada en una de las salidas de la localidad, en el antiguo Raval, será clave en el desarrollo urbanístico local.

Y es que pocos recuerdan ya que las actuales casas de Can Mas se construyeron en su actual emplazamiento en 1915. Aunque cueste de creer, antes estaban donde hoy se ubica la Plaça, junto a la iglesia, centro de la vida social de Bunyola. Las antiguas viviendas de Can Mas fueron precisamente derribadas para construir allí la nueva plaza del pueblo en un momento de gran actividad urbanística y económica propiciado por la llegada del tren, la apertura de varias fábricas y el inicio del ensanche del pueblo, que se llevó a cabo en terrenos de esta possessió, además de Son Garcies y Son Trobat. El Ayuntamiento pagó 12.360 pesetas y sesenta céntimos por su adquisición con el objetivo de "destinar el área de la misma [la casa], así la parte edificada como la que se halla sin edificar, a ensanche y urbanización de la expresada plaza", según consta en las actas consistoriales de 1915. También la carretera Nova, el actual paseo Antoni Estarellas, se construyó en tierras de esta possessió.

Tras la adquisición de las antiguas casas de Can Mas -conocida siglos atrás también como Son Marcús- las nuevas viviendas se ubicaron en su actual emplazamiento, en el Camí de Caubet, ahora en primer plano de la polémica por el proyecto de urbanización de una parte de sus tierras. Pero el interior del nuevo edificio no fue nunca terminado. Los pisos superiores, no están adecuados a vivienda y solo la casa de los amos y las dependencias agrícolas, como la tafona, fueron utilizadas durante décadas.

Las dependencias agrícolas de la 'possessió' desaparecerán con la urbanización. J. MATEU

Los últimos amos

La familia Morro Palmer fueron los últimos amos de Can Mas. Estuvieron en la possessió desde 1939 hasta 2013. Desde entonces, está deshabitada. Rafel Morro Pasqual (1912-2003) y Pereta Palmer Riutord (1920-2010) fueron el último amo y la última madona, protagonistas de lo que fue el epílogo de la explotación agrícola de la finca, que fue productiva hasta la década de 1960. Tras el fallecimiento de la madona, su hijo Miquel Morro Palmer permaneció en la finca tres años más.

Pereta Palmer (1920-2010) y Rafel Morro (1912-2003), última 'madona' y último 'amo' de Can Mas.

El traslado de las casas a principios del siglo pasado y el actual proyecto urbanístico, que se intuía desde hace años porque las normas subsidiarias de 1978 contemplan como suelo urbano parte de los terrenos de la finca, no han sido los únicos. En la década de 1960, ya se urbanizó otra parte de sus terrenos para crear un nuevo barrio del pueblo, conocido todavía hoy con su antiguo topónimo: es Garrigó, la que había sido la pequeña garriga de la possessió.

"¿Qué pasará con Can Mas?" fue la pregunta que se hicieron muchos bunyolins en 2013, cuando la familia Morro cerró 74 años como amos de la possessió. La respuesta, hoy, está más clara.