Poca gente en sa Pobla -y varios pueblos más allá- sabe explicar lo que siente ante el cierre de es Plaça, un bar mítico que el sábado dijo adiós tres décadas de existencia. Es Plaça ha sido el infierno que más se parece al cielo, el paraíso de lo prohibido. En su fiesta de cierre, los más jóvenes lloraban y se abrazaban negando con la cabeza, conscientes de la inminente e inevitable pérdida que tendrán que asumir. Los más veteranos, los que frecuentaban el bar hace unos años, sudaban y bailaban, copa en mano, nostálgicos, permitiéndose volver a ser aquellos adolescentes que descubrieron la vida dentro de esas cuatro paredes cuando el humo del tabaco, aun permitido en interiores, lo envolvía todo.

Los hermanos Pedrona y Toni Gost -conocidos como es Curro y sa Curra, por su apodo-, abrieron las puertas del Cafè Plaça, situado en la plaça Major de sa Pobla, en noviembre de 1988. El pasado sábado (en realidad fue el domingo por la mañana), 31 años después, aquellas puertas se cerraron, no sin antes celebrar una gran fiesta con amigos o, mejor dicho, en familia. Son unas cuantas las generaciones que han crecido y aprendido -sobre todo a hacerse mayores- empalmando cervezas y cigarrillos en la infinita barra del local. Dicen que Toni se iba a Barcelona a comprar discos de música que aun no sonaba en ningún espacio de Mallorca. Fue precisamente la música y el gusto exquisito tanto de Pedrona como de Toni lo que convirtió es Plaça en un referente, donde se reunían jóvenes melómanos de los municipios vecinos de sa Pobla. Nadie piensa en este bar sin recordar la cantidad de vinilos y CDs que copaban las estanterías que la barra protegía.

Han sido días tristes. Lo siguen siendo. Decir adiós a un lugar que tanta gente considera su hogar, algo que han conseguido sus carismáticos dueños, es doloroso - tanto que desde hace días la gente iba cogiendo cualquier cosa del bar para llevarse a casa, desde taburetes a cajones, pasando por las tazas de café o las sillas de tela-. Se mezclan, con el dolor y la pena, la satisfacción y el agradecimiento. Los recuerdos que, inevitablemente, estos días han estado en los pensamientos de los que sufren esta pérdida ayudan a dibujar en cada rostro una discreta media sonrisa.

Los comentarios son unánimes y coincidentes: Cuántos secretos guarda este bar, que ha enseñado a las personas quererse, que ha sido testimonio de tantas primeras veces. Un sitio donde los besos se dan mientras suena Girls and Boys de Blur o Killing in the Name de Rage Against The Machine. Son pocos los que no han perdido la vergüenza alguna noche, los que no han tomado alguna copa de más, los que no han escuchado a Toni Gost recitar un poema subido encima de la barra o contar anécdotas. "Te puc dir una cosa? Ets una bellíssima persona, gràcies", "ets plusquamperfecte" o "gràcies per existir", decía siempre es Curro. Cómo no considerar hogar un lugar que hace que todo el mundo se sienta especial.

"Es Plaça parecía infinito ayer", dijo alguien el domingo por la mañana. Ayer y hoy, es Plaça será infinito, inmortal, legendario. Mítico.