El emblemático puerto de Cala Rajada ha estado una temporada sin ningún bar abierto. Y es que el propietario de la concesión del Bar Marítimo decidió jubilarse y no optar a la renovación. Asimismo, la conocida cantina tampoco ha abierto sus puertas. Hace dos meses, el local que albergó por poco tiempo las oficinas de la reserva marina salió a concurso, después de un cambio en las normas subsidiarias del municipio gabellí y se ha convertido este verano en el único local que permanece abierto en el recinto portuario. Así, el Norai es una iniciativa de un corredor de seguros de Vilafranca del Penedés, Roger Udina Carceller, que lleva 20 años afincado en Cala Rajada y es muy activo en asociaciones culturales. En su momento decidió apostar por la hostelería con la clara intención de, además de atraer a turistas, convertir el establecimiento en un bar de la gente del mar. Por ello, ha puesto en marcha la iniciativa de ofrecer, además de los tradicionales platos, la posibilidad de cocinar a los clientes el pescado fresco que adquieran en la lonja por un módico precio que oscila entre los 2,50 y los 3,50 euros. Y es que el restaurador ha aprovechado que la lonja del puerto está situada a unos escasos metros del local y que de lunes a viernes de 18 a 19 horas se pone a la venta el pescado recién llegado de la barca. Eso sí, el cliente debe acreditar su compra en la lonja mostrándole el tiquet. El pescado ya limpio y cocinado puede ir acompañado de una variedad de guarniciones.

La iniciativa permite que la lonja pueda incrementar un poco sus ventas ya que además de los clientes también suministra el producto al Norai, que sirve un abanico de platos del mar. Todo ello ha permitido dar a conocer algunas variedades de pescados que no son tan conocidas como el serrano imperial o las bruixes. La apuesta de Udina ha tenido muy buena acogida pero es el turista nacional el que más acude a la lonja para adquirir calamares, gambas u otros pescados para que los cocinen el Norai y poder degustarlos tranquilamente junto al mar. Además se ofrece la posibilidad de adquirirlo en el horario de la lonja y después dejarlo en la cafetería y comérselo ya entrada la noche.

En esta temporada estival está triunfando la langosta, que además puede ser adquirida por encargo, ya que los pescadores disponen en la lonja de viveros y ellos se encargan de recogerla en combinación con los pescadores profesionales, aunque sea fuera del horario de venta o para degustarla durante el fin de semana.

Como buen calarajader y amigo de los pescadores, Roger Udina asegura que cuando llegue la temporada de la llampuga elaborará diversos platos con este pescado, que está de lo más asentado en el puerto gabellí por ser el creador de la Mostra de la Llampuga y uno de los puertos donde más barcas profesionales se dedican a su pesca.

Gran reforma

Ahora, el recinto portuario está a la espera de una gran reforma después de que el temporal que hace dos años partiera en dos el dique. Las obras contemplan cambios sustanciales en el recinto portuario. Una de ellas afecta al edificio donde se ubica el Bar Marítimo, ahora cerrado, por lo que se prevé que el futuro establecimiento tarde unos años en volver a funcionar. También cambiará la zona donde ahora están la cantina y las embarcaciones de recreo o de explotación turística. En este lado del puerto se ubicarán las barcas de pesca profesionales, junto a las embarcaciones profesionales más grandes, las barques de Bou. Mientras esta reforma no se ponga en marcha (podría ser el próximo año), el recinto portuario gabellí solo dispondrá de una cafetería. "Con el boom turístico de los últimos años, Cala Rajada ha vivido de espaldas al mar. Buscando turistas y rendimiento económico, esta iniciativa puede ayudar a que la gente valore el trabajo de los pescadores porque hay muchísimas familias implicadas que viven de este trabajo tan duro. Además permitirá que conozcan el producto local que tenemos que es excelente", razona Roger Udina.