No todo era la electrificación. Parece que el Govern mantiene los servicios ferroviarios de Mallorca por obligación y simbolismos enganchados a los grafitis, el transporte público y el ecologismo. Es imagen asociada a unos comportamientos que siempre hacen dudar de la creencia efectiva en la necesidad del tren en esta isla.
El transporte ferroviario no está integrado de forma suficiente en la vida pública y la economía de Mallorca. Por eso la Administración puede reconvertirlo en horarios y capacidad cuando lo considera oportuno o cuando se le presenta la ocasión de amortiguar su escasez de medios técnicos y humanos para desplegarlo, en plenitud y promoción adecuada, para un territorio limitado y saturado.
Una isla turística, a rebosar en verano, tiene pocos argumentos convincentes para justificar en tiempos de vacaciones la disminución de horarios y frecuencias de tren en el área metropolitana de Palma. SFM asegura que el pasajero no lo notará. Lo dudamos para un medio que, en su plenitud actual, está en precario. Más bien nos inclinamos por las teorías de la asociación de usuarios que pronostica mayor saturación y algunas incomodidades adicionales.
Durante un mes el tren circulará de forma más intermitente sumando más paradas que recorridos rápidos. El pasajero, sin embargo, seguirá usándolo por estricta necesidad y como mal menor en la isla del atasco y el agobio.
