"Era lo mínimo que podíamos hacer. De esta forma se hace una justicia mínima con la familia que durante tantos años ha mantenido vivo el recuerdo y la lucha por recuperarle", decía ayer el director general de Participación y Memoria Democrática del Govern, Manel Santana, en una jornada para el recuerdo en la que el Govern entregó los restos del socialista Julià Fullana, asesinado y arrojado al pozo de s'Àguila de Llucmajor en 1936 por partidarios franquistas, a sus familiares.

El acto se llevó a cabo en el cementerio municipal llucmajorer, de la mano de la consellera Cultura, Participación y Deportes en funciones, Fanny Tur, quien recordó los trabajos iniciados hace medio año para intentar encontrar y confirmar la identidad de los cuerpos exhumados.

El pasado 10 de febrero miembros de la Sociedad Aranzadi localizaban a 49 metros de profundidad y tras quitar hasta tres toneladas de escombros de encima del cuello del pozo, los restos de tres cuerpos supuestamente arrojados el mismo día y con signos de violencia. Fullana es, de momento el primero y el único que ha podido ser identificado.

Los familiares mostraban ayer su satisfacción por la confirmación y la donación de los restos de Fullana, a la vez que era patente su tristeza al recordar los acontecimientos tras el alzamiento nacional para derrocar al gobierno republicano y las consecuencias represivas que ello tuvo en la isla.

Desde siempre en el municipio existía la firme creencia, trasmitida de forma oral a través de las generaciones, de que tres personas, Julià Fullana y dos trabajadores de las canteras de marés de ses Cadenes o es Pi·larí, fueron arrojados, no se sabe si aún con vida o no, al pozo de la finca de sa Marina, cerca de la costa. Ahora, una vez realizadas las pruebas de ADN se ha podido constatar que al menos los restos de uno de ellos corresponden al joven socialista Fullana.

Almudena García, directora de los trabajos de exhumación, ya explicó en su día que los tres esqueletos presentaban "múltiples fracturas en sus huesos. Probablemente debido a los golpes padecidos durante la caída". Los arqueólogos descartaron la presencia de cal viva sobre los cuerpos, como señalaba la tradición oral.

Son Coletes

Una de las fosas comunes importantes que todavía faltan por abrir es la de Son Coletes en Manacor. Su exhumación, prevista dentro del plan plurianual 2019-2020, se efectuará según apuntan fuentes del Govern, "en extensión y siguiendo dos pasillos que sabemos que aún no han sido modificados", en clara referencia a la reorganización intencionada del camposanto manacorí en la década de los 50, para hacer muy complicada la identificación de los restos de la fosa, trasladándolos varias veces de lugar y mezclándolos. Se está a la espera de que las empresas interesadas presenten una oferta después de verano.