La Torre del Palau, el último vestigio que queda de la fortaleza de Jaume II en Manacor, va cobrado cada vez más importancia dentro de los puntos turísticos referenciales de la ciudad. Tanto es así que los extranjeros, sobre todo alemanes, británicos y franceses, por ese orden, se están empezando a interesar tanto por la construcción como por el legado medieval que todavía puede apreciarse, tanto en el interior como en el exterior de la torre, cuya terraza superior ya puede visitarse tanto los lunes como los sábados por la mañana.

Si en 2018, meses después de la reapertura al público del Palau tras su rehabilitación, el total de visitantes fue de 907, este año hasta principios del mes de mayo se sitúa en más de 350, sin haber entrado aún en temporada de máxima afluencia turística.

El monumento volvió a abrir al público tras décadas de cierre y una última reforma concluida en 2014. Lo hace cada lunes y sábado desde las 9 hasta las 14 horas con una persona a su cargo que, al mismo tiempo, ofrece la posibilidad de explicar la construcción y la evolución del Bien Patrimonial del siglo XIII. Actualmente la Torre del Palau cuenta ya con numerosos paneles informativos sobre la evolución arquitectónica e histórica del BIC (Bien de Interés Cultural).

La terraza ofrece unas vistas de 360 grados de Manacor, si bien se ven afectadas en algunos momentos por los edificios (uno de ellos la antigua fábrica de Perlas Manacor) que circundan la Torre construidos en época moderna.

Estuvo durante muchos años completamente abandonada y en manos privadas que la llevaron a ser, por ejemplo, un simple almacén de productos industriales.