De ser cierto, como ha mantenido él durante las últimas semanas, que existe una campaña en contra del actual alcalde de Santa Margalida, no se habrían escatimado medios ni estrategias para desplegarla. Hasta el BOE estaría implicado en la gran ofensiva.
El diario oficial ha publicado la disposición que obliga al "ilocalizable" Joan Monjo a cerrar el agroturismo de Muro que ha traspasado a su hija, básicamente por dos irregularidades enlazadas, situarse en una construcción que en su mitad no era anterior a1960 y haber realizado obras sin licencia que intentó legalizar sin éxito en 2017.
Al alcalde de Santa Margalida se le agotan los argumentos de defensa. Ni siquiera puede ampararle ya, en el caso del agroturismo de Sa Talaia Blanca, la connivencia de un ayuntamiento de Muro que se deja arrastrar por los trapicheos de Joan Monjo. Vista la asociación política del principal afectado, El Pi debería pronunciarse sobre los affaires que afectan de lleno a su alcalde en Santa Margalida. El silencio en forma de victimismo insustancial que ahora practica Monjo no es buena solución para un alcalde que aspira a la renovación.
