Laia Queralt vivió momentos de miedo, de incertidumbre y de incredulidad ante la magnitud de la tragedia. Cuenta en la entrevista cómo vivió aquellos momentos.

P ¿Dónde estaban en ese momento?

R Estábamos en Hirikitiya a unos 175 km de Colombo. Desayunábamos frente al mar cuando de repente recibimos una llamada de nuestro 'driver', el chófer que nos acompañaba durante nuestra estancia en Sri Lanka. Nos preguntó cómo estábamos y si podíamos confirmarle la hora de recogida, nos pareció raro ya que esta información estaba concretada y por ese motivo nos sorprendió su inesperada llamada. Pasados cinco minutos recibimos un 'whatsapp' de dos amigos mallorquines que conocimos en el avión y estaban allí de vacaciones. A partir de ahí empezamos a ligar cabos. Minutos antes de recibir la terrible noticia nos habían traído el desayuno. Fui incapaz de comer. Tenía miedo. Las próximas horas podían ser críticas.

P ¿Cuál fue la primera reacción al saber que estaban en un país atacado por siete atentados terroristas?

R Mi primera reacción fue de pánico. No me podía creer que, justo en el país donde estábamos, a 8.500 km de nuestra familia, estuviera pasando una cosa así. Durante unos minutos me quedé bloqueada, quería hablar con mi familia, pero con la diferencia horaria, en Mallorca era muy temprano, las 6,30 de la mañana del domingo de Pascua y tenía que esperar.

P ¿Cómo consiguió ponerse en contacto con ellos?

R Decidí mandarles un mensaje con un enlace de las noticias de lo que estaba pasando, ya que pensé que si les escribía diciendo que estaba bien, supuestamente, todavía no sabrían de qué les estaba hablando. Poco después de enterarnos de la noticia, las redes sociales empezaron a fallar y ya habíamos recibido muchos 'whatsapp' de amigos y familiares. Al ver que mucha gente se preocupaba por nosotras decidimos colgar una historia en Instagram, de hecho, yo pensaba que no se había colgado ya que todo el rato me aparecía el icono de cargando. Supe que había ido correctamente cuando mi padre me mandó por correo electrónico la imagen de la noticia en Diario de Mallorca.

P ¿Y sus padres?

R La reacción de mi madre fue muy sensata, tranquilizadora, en cambio mi padre quería que llamara a la embajada y, si hubiera sido posible, que ese mismo día hubiera cogido un avión.

P ¿Se estableció un protocolo de emergencia en el hotel al saber que otros habían sido atacados?

R Sí, después de los atentados todos los hoteles pusieron personal de seguridad, incluso en algunos restaurantes. El toque de queda durante los primeros días era a las ocho de la tarde, al cabo de unos días, a las diez de la noche. En ese momento todos los hoteles cerraban sus puertas y el guardia de seguridad permanecía fuera vigilando toda la noche.

P ¿Se sintieron seguras el resto del viaje?

R Sí, por suerte estábamos en la mitad del viaje, en la primera parte habíamos realizado todas las visitas a los templos budistas, ruinas,... y la segunda la dedicábamos al relax de la playa. Tuvimos suerte ya que así evitamos ir a espacios de aglomeraciones, que era la recomendación que se hacía por nuevos posibles atentados. Se veía muchísima policía y militares por las calles y seguridad en los hoteles, comercios... Pasamos cinco controles de seguridad en el aeropuerto.