La ciudad de Inca celebró ayer la séptima edición del Dijous Gros, la feria tradicional que fue recuperada del cajón de la historia hace siete años en la capital del Raiguer como el evento comercial más importante de la primavera.

Antiguamente, era una feria reconocida y consolidada. Era el Dijous Bo de mayo, aunque la feria otoñal sigue despertando mucho más interés entre la población tanto local como foránea. Incluso en época electoral, la presencia de políticos fue muy escasa. Además de algunos regidores del equipo de gobierno solo visitaron la ciudad algunos cargos socialistas como Vicenç Thomàs o Pere Joan Pons. No obstante, el tiempo casi estival contribuyó a animar el centro de Inca.

El Dijous Gros complementa el mercado tradicional de los jueves con un programa que incluye actividades lúdicas y deportivas, entre las que destacan la segunda edición de la Fira de la Gent Gran en la plaza Mallorca, con una muestra de asociaciones y empresas especializadas, además de talleres gastronómicos, y una nueva edición del dinar de faves, organizado por el restaurante Ca n'Ignasi, cuya recaudación se destina a la organización Mallorca Solidaria. Se cocinaron unos cien kilos de habas y se sirvieron unas 500 raciones al precio de seis euros.

El Dijous Gros también incluyó un mercado artesano en las calles más céntricas, exposiciones en el Museu Parroquial y, ya por la tarde, actividades infantiles y juegos populares como una demostración de Acrocirc en la plaza del Mercat Cobert y un cuentacuentos en la plaza d'Espanya. También hubo un festival de filosofía para niños y música en directo hasta avanzada la tarde.