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Libros

Justicia 'manacorina' para el creador del James Bond cinematográfico

La amistad de Abbou con la hija de Whittingham posibilita el reconocimiento de un caso casi olvidado

Lluis junto a Sylvan, hija del guionista de 'Thunderball', Jack Whittingham. A

La historia de Jack Whittingham es, lamentablemente, la del tradicional creador silenciado, plagiado y hasta relegado al ostracismo por la propia industria literaria y cinematográfica. La del autor del guión de Thunderball, el que iba a ser el primer James Bond de celuloide y del que bebieron (por decirlo de forma suave) tanto el autor de sus novelas, Ian Fleming, como muchos guionistas posteriores de la saga de espías más famosa del mundo.

"Él fue el creador de Bond para el cine. Así de claro", sentencia Lluis Abbou, el joven manacorí que desde hace unos años es uno de los autores de referencia sobre el universo del agente británico, y que ahora acaba de traducir al castellano La historia de Thunderball, o el relato jamás contado del guión cinematográfico escrito por Whittingham, "del que Fleming se adueñó sin permiso para convertirlo en novela en 1961, y por el cual llegó a ir a juicio".

El cuaderno cronológico original, escrito hace unos meses por la hija del damnificado, Sylvan Whittingham Mason (conocida también por ser la fotógrafa oficial de Wimbledon durante 20 años), cuenta también con extractos de documentos del proceso judicial que le dio la razón en 1963.

Los hechos son los que siguen. A finales de la década de los cincuenta, Ian Fleming era ya un reputado escritor de novelas de intriga; entre sus personajes estaba el ínclito agente del smoking y las bebidas agitadas. Un buen material para saltar a la gran pantalla. O eso pensó Fleming, que rebuscó sin éxito entre los contactos que se había granjeado en diversos estudios del séptimo arte.

La respuesta siempre solía ser la misma: el personaje es demasiado violento y malhablado como para poder interesar al público habitual de las salas. Pero como buen sabueso excavó hasta encontrar su tesoro escondido. Kevin McClory era por aquel entonces, un productor y director irlandés ávido de nuevas propuestas, que no desaprovecharía la oportunidad.

Como Fleming no sabía escribir diálogos guionizados que tuvieran ritmo, encargaron esa labora a Jack Whittingham, quien pronto se puso a trabajar en una historia original de bombas nucleares y escenas bajo el agua. Pero pese a la brillantez de la idea y de que incluso en 1959 llegaron a buscar localizaciones para rodar trozos de la película en Marbella (con Alfred Hitchcock atado para dirigirla), el proyecto naufragó.

O eso pensaron sus autores. Ya que dos años después y sin advertirles ni pedirles permiso, Fleming publicaba la obra de Whittingham como libro de la saga, "llegando incluso a plagiar directamente más de cien páginas", señala Abbou, para quien este nuevo estudio es una forma de hacer justicia tanto al autor original como a su familia.

Y es que pese a que fue el ganador moral del juicio de 1963, "tanto en la película que se realizó posteriormente con Sean Connery en 1965 (y que en España se tituló Operación Trueno), como en las que se inspiraron directamente en el guión, deberían incluir que se trata de una idea original de Jack Whittingham. Algo que este libro también pretende normalizar.

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