Muchas poblaciones de Mallorca tienen que pelear con unos accesos inhóspitos y antiestéticos en forma de áreas industriales o comerciales y barrios en expansión. Lo bonito se reserva para el centro.
Algo parecido está pasando ya con los espacios naturales protegidos de la isla. Hay que dejar la basura en algún lugar antes de entrar en el gran santuario de la Serra de Tramuntana. La sociedad consumista tiene graves dificultades para asimilarlo con dignidad y responsabilidad. Apenas mira más allá de la estética momentánea.
En Selva se organizó un cierto revuelo ante el proyecto de un parque fotovoltaico y ahora se está levantando otro porque el Ayuntamiento se propone unificar, junto a la carretera de Selva a Moscari, el parc verd de los cuatro núcleos urbanos del municipio.
Los vecinos se han organizado al amparo de un grupo de defensa del paisaje y el pulso permanece abierto entre la escasez de suelo urbano y de medios públicos, las molestias para residentes colindantes, la necesidad de eliminar basuras y la conveniencia de no adulterar el paisaje. Difícil de conjugar y satisfacer todo junto, pero quizás una mayor incidencia en el reciclaje y la reutilización de objetos sería una buena solución intermedia para la privilegiada situación de Selva.
