Casas viejas inhabitables, poca oferta de alquiler y, además, a precios prohibitivos, locales comerciales cerrados, escasa viviendas social y expansión urbana preferentemente con chalés de lujo. Tan complejo fenómeno, urbanístico y social, es común a la inmensa mayoría de poblaciones de Mallorca pero ahora en Inca por lo menos se lo plantean y lo sacan a luz. Es un primer paso.
El alcalde pide un pacto político y social que sirva de base para crear un servicio municipal de vivienda. Bien está, pero nos atrevemos a avanzar que, caso de llegar a puerto, resultará insuficiente, dada la envergadura que ha adquirido el problema de la vivienda en toda Mallorca. Sobrepasa con creces el ámbito municipal. Inca mismo experimenta en calle propia la presión de la demanda de los trabajadores de la Bahía de Alcúdia.
Las cuestiones residenciales demandan medidas transversales en toda la isla. Requieren actuaciones coordinadas compatibles con la autonomía municipal y la adecuación de normativas a distinto nivel.
La tarea es compleja pero también irrenunciable por estricta necesidad. La propuesta que sale de Inca es una invitación a tomársela en serio y comenzar a actuar. No tiene sentido mantener casas vacías y locales cerrados mientras faltan y se encarecen hasta el insulto las viviendas habitables.
