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Las cien vidas del claustro de Manacor

El área de Cultura del ayuntamiento de Manacor ha iniciado una curiosa búsqueda de fotografías sobre la evolución histórica del claustro de Sant Vicenç Ferrer. Y es que este año se cumple el primer centenario desde que el recinto fuera declarado Monumento Arquitectónico Artístico, y por tanto de su protección a nivel nacional.

Se da la circunstancia además que desde 1842 hasta nuestros días, el claustro se ha utilizado de prisión, juzgado, colegio, escuela de música, ayuntamiento, biblioteca, hospital, cuartel de la Policía Local... por lo que las instantáneas antiguas podrían acabar de ilustrar un rompecabezas que, durante todo el siglo XX, va en paralelo a la evolución social de la ciudad. Las facetas de un conjunto barroco único en su tiempo y que ha permanecido en la trama urbana pese a las dificultades, las expropiaciones y hasta casi su demolición.

La construcción del claustro se inicia a mediados del siglo XVII y continúa hasta una fecha indeterminada del XVIII, probablemente el 1744. La estructura sigue una planta rectangular en torno a un patio central y consta de planta baja y piso. El conjunto sigue el esquema barroco, en el que destacan las columnas y pilastras decoradas. El claustro forma parte del recinto conventual y constituye un edificio que, originalmente estaba cerrado al acceso del público y utilizado únicamente por los frailes dominicos del convento.

Durante la desamortización de Mendizábal de 1835 los bienes de la orden pasaron a manos del Estado y el claustro fue asumiendo diferentes utilidades, desde oficina de telégrafos hasta prisión. A partir de esos momentos el ‘maltrato’ y su degradación desde el punto de vista artístico y patrimonial fue tal que en 1916 se plantea la opción radical de demoler todo el conjunto y dejar solamente la iglesia anexa, propiedad de los Dominicos.

Solamente la intervención de Antoni Maria Alcover, quien a través de la Academia Provincial de Bellas Artes de Palma logra contactar con la nacional de San Fernando, consigue por medio de cartas la concienciación para rescatar el claustro de Sant Vicenç. Es el momento en que desde Balears se solicita que sea considerado Monumento Nacional, a lo que el estado se niega, dándole a cambio la protección histórico-artística, refrendada oficialmente el 31 de marzo de 1919, con la publicación del acuerdo en la Gaceta de Madrid número 90 (una especie del BOE de la época).

Aunque eso, sin embargo, no salvó al recinto barroco de un nuevo menosprecio artístico, en forma del tapiado de partes del recinto para crear estancias y habitaciones donde colocar los diferentes servicios municipales que necesitaran de un espacio, cegando arcos e incluso abriendo ventanas con persianas mallorquinas, en una extraña combinación ecléctica.

En 1946 el estado cede definitivamente la propiedad del convento al consistorio manacorí, que casi veinte años más tarde, en 1965 lo inscribe finalmente a su nombre en el registro de la propiedad.

Reformas contemporáneas

Ya de carácter municipal, el claustro ha pasado por una serie de reformas contemporáneas para tratar de salvar su esplendor perdido, ‘vaciarlo’ y conferirle una nueva oportunidad, lo que a día de hoy se ha conseguido a medias. Se tiene constancia de que en 1977 se lleva a cabo una primera reforma consistorial y que en 1981 se rehabilita parte de la cubierta. En esta década de los ochenta, los juzgados de primera instancia pasan del primer piso a dependencias anejas y la Policía Local se va a un nuevo cuartel en el parque municipal.

Es durante esos años cuando desde el pleno se plantea en numerosas ocasiones la opción de transformar todo el conjunto en un centro cultural. Lo que al final se consiguió a medias, ya que en los noventa, una ala completa del claustro se rehabilitó para que fuera la nueva biblioteca pública de Manacor, un ejemplo de integración dentro del conjunto, y que aún se mantiene allí.

El técnico de Cultura municipal, Llorenç Carreres, explica que la búsqueda de fotografías es una parte más de un proyecto más amplio, y que nació con la organización de una exposición que se llevará a cabo en la planta baja del edificio de Can Bauzà de la calle Major, entre el 2 de junio y finales de octubre, en la que seis artistas del municipio presentarán sus visiones sobre el edificio.

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