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El uso práctico de los bienes públicos

La propiedad compartida es, o fue en su tiempo, un buen recurso para financiar la construcción de instalaciones deportivas, pero se vuelve extraordinariamente compleja y poco operativa en las fases de gestión y mantenimiento. Es una dificultad que puede acabar resultando incluso paralizante a media que pasa el tiempo y el accionariado va cambiando de manos por mero efecto generacional.

En Inca topan ahora con esta realidad. Hay que regenerar el Nou Camp, el estadio del Constància que los accionistas privados, de los que quedan 450, contribuyeron a levantar en 1962. La responsabilidad de salvaguardar su utilidad cae sobre el Ayuntamiento por un doble motivo, porque es el propietario mayoritario y por su misión natural de proteger y garantizar el buen uso de las cosas de todos.

La mejor salida es la concentración de la propiedad íntegra del campo del Constància en manos municipales pero es una operación que se vuelve compleja porque debe pasar por la localización de 25 accionistas y un proceso judicial que implica una subasta. Aún así, el ayuntamiento de Inca se muestra dispuesto a afrontar la operación a riesgo de tener que competir con interesados de mayor puja y realizar un desembolso mínimo de 1,8 millones de euros. Pero lo sustancial es que el estadio seguirá vivo.

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