El Consell de Mallorca ha alcanzado un acuerdo con la propiedad para adquirir la finca en la que se ubica el Castell d'Alaró. La operación se cerrará con un coste en torno a un millón cien mil euros, que se abonarán con dinero procedente de la ecotasa. La cifra está muy lejos de los seis millones de euros que el dueño, Llorenç Ordinas, pidió en torno al año 2000, cuando se intentó una operación similar.

Una de las condiciones ineludibles para alcanzar un acuerdo total ya se ha cumplido. Se trata del derribo de una construcción ilegal disfrazada como edificio agrícola y que en realidad ocultaba una residencia. Hace ya algunas semanas que las máquinas acabaron con el problema, después de que el caso llegara a ser juzgado como un delito medioambiental.

La compra afecta a una de las cuatro partes en que en 1995 se dividió la possessió de possessióes Verger en el reparto de la herencia.

La propiedad del monte en el que se ubican el castillo y la ermita de la Mare de Déu del Refugi siempre fue problemática. Tras las desamortizaciones del siglo XIX, Alaró llegó a comprar en dos ocasiones el terreno y otras tantas volvió a ser vendido por el Estado, según documentó el historiador Bartomeu Gu.

Incluso en este momento la situación es compleja. La adquisición actual convertirá en pública una zona en la que hasta ahora convivían lo público y privado. Los alrededores de la ermita pertenecen a una fundación en la que conviven el Ayuntamiento de Alaró, el Obispado y el Consell. Una sentencia judicial abortó en 2009 el intento de Ordinas de reivindicar su dominio sobre este solar de unos 4.000 metros cuadrados.

Las dos zonas fortificadas -la del acceso al monte y la que se encuentra junto a la llamada Cova de Sant Antoni- y los aljibes para abastecer de agua a la guarnición siempre han pertenecido al Estado. Primero al ministerio de Defensa y después al de Hacienda. Ahora se intentará una cesión para unificar la gestión.

El proceso

En cuanto se firme la compraventa, el Consell de Mallorca deberá afrontar tres tareas con urgencia. La primera es excavar una zona arqueológica por la que han pasado prácticamente todas las civilizaciones que se han instalado en Mallorca. El monte era, además de un observatorio privilegiado, una defensa natural.

Tras la invasión pisano-catalana de 1114-1115, el valí de Mallorca llegó a plantear el traslado de la capital desde Palma a Alaró para aprovechar la estratégica fortaleza ante futuras guerras, la oposición ciudadana frustró el proyecto.

La segunda tarea que deberá emprender el organismo insular es la fórmula de gestión del nuevo espacio público.

La tercera es la consolidación y rehabilitación de las murallas y aljibes. Su deterioro es evidente. El paso del tiempo sin apenas tareas de rehabilitación -hace dos años se trabajó en la consolidación de los aljibes- ha sido un factor determinante, pero también el vandalismo ha dejado huella en la histórica fortaleza.