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Cuando sa Pobla quiso abrirse al mar

El alcalde Miquel Crespí Pons planteó en 1928 la posibilidad de construir un puerto fluvial aprovechando los canales de s'Albufera

Cuando sa Pobla quiso abrirse al mar

¿Un puerto fluvial en sa PoblaPues esta fue la idea, nada descabellada y expuesta con fundamentos, que llevaba en su mente el ínclito alcalde de sa Pobla Miquel Crespí Pons, el batle Verdera, que ostentó el cargo entre 1924 y 1930, durante la dictadura de Primo de Rivera.

Cuenta la crónica publicada en octubre de 1928 en la revista local El Terruño, narrando el "solemne acto de conmemoración del 50 aniversario de la llegada del ferrocarril a la villa", que el alcalde Crespí propuso al director de la Compañía del Ferrocarril, Rafael Blanes, que "cuanto antes comenzasen las obras de la nueva estación", a la vez que defendió una nueva línea para unir sa Pobla, Alcúdia y Pollença. Crespí argumentaba su petición en la necesidad de contar con un "puerto más cercano" para embarcar los productos agrícolas que exportaba sa Pobla, especialmente patata y alubia, y facilitar la importación de semillas y abonos, transportados en tren hasta y desde el muelle de Palma.

Pero no acabaron ahí las peticiones del alcalde pobler. Además de reivindicar la construcción de la nueva estación y la extensión de la línea férrea hasta Pollença y Alcúdia, proyectos que nunca se llevaron a cabo, Miquel Crespí hizo público otro proyecto, todavía mucho más ambicioso, consistente en la construcción de un puerto fluvial para el tránsito marítimo de mercancías en el municipio pobler.

Así expuso su idea Crespí ante la magna audiencia que abarrotaba el salón de actos del Ayuntamiento: "Tengo la confianza de que sería capaz de imitar a aquellos pueblos del continente separados del mar y que no obstante tienen el puerto en casa, porque aprovechan los ríos, y esto por la razón de que nuestro terreno es de los más llanos y cuando se realicen las reformas de los torrentes esto sería posible".

Crespí reafirmaba la viabilidad del ambicioso proyecto en una entrevista publicada en noviembre de 1928: "Sabido por todos es que multitud de pueblos de la península, distantes del mar en infinidad de kilómetros, comunican con el océano mediante un canal o río. Aquí (en sa Pobla) estamos en inmejorables ventajas respecto a muchos de estos pueblos".

Proyecto "factible"

En la entrevista, el alcalde insistía en que creía factible el proyecto. "Hoy por hoy lo demanda una exigencia sanitaria y se deja ver la necesidad de salvar los intereses de muchos propietarios que tienen terrenos en la parte baja de la marjal, temiéndose que un día, no solamente sufran los mencionados payeses, sino también los que tienen situadas sus tierras en la parte menos baja". Crespí se refería a que tenía que hacerse algo para evitar las inundaciones que se producían cada año a causa de los desbordamientos de los torrentes que desembocan en s'Albufera.

La única manera de evitar las inundaciones, según el alcalde, pasaba por solicitar al "señor propietario de la Albufera" o al gobierno "un dragado para dejar expedito el paso de las aguas del canal o torrente que atraviesa dicha finca." Y para facilitar el tráfico marítimo, Crespí añadía que sería preciso que el dragado se realizase "de forma especial tanto en amplitud como en calado, teniendo en cuenta que hay que dar solución al paso de los puentes de Can Blau, sa Roca y Casetas."

Ya al final de la entrevista, el alcalde dijo textualmente que el sitio más apropiado para que sirviera de puerto donde efectuar las operaciones de embarque y desembarque de las mercancías se emplazaría en la finca de Son Vivot, "terreno firme ya, que reúne excelentes condiciones, inmediato a Son Salat". Y apuntaba que la distancia desde el núcleo poblacional de la villa a Son Vivot era de solo tres kilómetros, "con lo cual tendríamos un puerto tan cercano como el que más."

Cabe apuntar que los tres proyectos planteados por el alcalde de sa Pobla (finalización de la estación del ferrocarril, extensión de la línea férrea hasta Alcúdia y Pollença y la construcción de un puerto marítimo en sa Pobla) iban encaminados a reducir los costes de los fletes que se pagaban a la compañía ferroviaria en concepto del transporte de patatas, alubias y abonos, además de otras mercancías, "pues tan solo con los tres primeros productos mencionados se pagan a la compañía 135 mil pesetas cada año, cantidad que podría verse reducida a 33.750 pesetas, o sea una cuarta parte, si tuviéramos el ramal de Alcúdia construido", sentenció el batle Verdera.

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