Búger necesita cambiar los contadores de agua para completar el control de pérdidas y consolidar el saneamiento. Lo va a hacer. El Plan Especial de Inversiones del Consell es un soporte fundamental para ello. Sin tal subvención no podría afrontar ésta y otras inversiones convenientes. Es, sin embargo, un instrumento, un soporte institucional, que ayuda y asfixia a la vez.
El 20% de las obras que subvenciona el Consell deben estar destinadas a la supresión de barreras arquitectónicas. Loable iniciativa siempre que responda a la realidad y a la necesidad. No es el caso de Búger porque ya tiene sus edificios públicos adaptados. Ahora, para poder recibir el grueso de la ayuda, el Ayuntamiento se ve forzado a incluir ampliaciones de aceras en las obras cuando tiene otras prioridades y urgencias.
La tutela excesiva se vuelve contraproducente. El Consell está llamado a ser el estímulo y el auxilio de los ayuntamientos, no su guardería. Sería más adecuado, aunque más laborioso, conceder las subvenciones con criterios de proporción y necesidad en vez de tanta uniformidad y unos principios generales más teóricos que efectivos.