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Lletra menuda

Sin límites ni prevenciones razonables

Si las normativas vigentes permiten, todavía hoy, levantar un chalé de proporciones considerables en lo más alto de la Serra de Alfàbia significa que la Administración sigue estrangulada en su propia burocracia. Es una parálisis que puede tener efectos irreversibles, tanto para el medio natural como para el ser, llamado racional, que lo habita. También es la constatación de que las más altas medidas de reconocimiento de la UNESCO suenan muy bien, pueden dar prestigio oficial, pero son sorteables en cuanto a la tutela de los santuarios naturales y paisajísticos.

Nadie puede reservarse en exclusiva una parcela del paraíso, sobre todo si lo hace dejando huella y causando lesiones colectivas. Los movimientos de tierra denunciados por el GOB en Alfàbia son una bofetada de realidad, una sacudida para despertar de la falsa convicción de que en esta isla en general y en la Serra de Tramuntana en particular, ya se habían alcanzado los límites de profanación del espacio natural a la par que el equilibrio y el respeto se aceptaban como cimientos de la construcción rural. La reivindicación y la denuncia siguen siendo herramientas imprescindibles.

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